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CÚCUTA.- “¿Todavía han gente que estudia para cura?”, la pregunta la hizo el transeúnte sorprendido por la procesión que ingresaba a la Catedral de San José, luego de darle la vuelta al parque Santander, sin importar el calor cucuteño del viernes, a las 9:00 de la mañana.
La mayoría de los sacerdotes pertenecientes a la Diócesis de Cúcuta, vestidos de blanco y en dos filas; los estudiantes del Seminario Mayor, entre filósofos y teólogos; los diáconos que recibirían la orden sacerdotal minutos después, y monseñor Julio César Vidal, que repartió bendiciones a diestra y siniestra, caminaron alegres mientras curiosos, feligreses y creyentes admiraban el cortejo diocesano.
La respuesta a la pregunta del inquisidor parroquiano la dieron varios jóvenes, que llevaron escrito en el espaldar de la franela y con letras amarillas la leyenda “Oremos por las vocaciones”. Las lecturas de la liturgia del día corroboraron la petición.
La iglesia mayor se colmó de católicos que no querían perderse la ceremonia. No todos los días se ordenan ocho sacerdotes, menos en estos días de críticas a los curas, de acusaciones a la institución y de aparición de otros credos.
Allegados a los nuevos presbíteros, amigos y vecinos de los familiares llegaron temprano para agarrar buen puesto. La ubicación les permitiría observar cada momento del acto y tener la mejor vista para guardarla en la mente como antaño se coleccionaban en álbumes las postales.
Un sacerdote mayor presentó ante monseñor Vidal Ortiz a los candidatos a ordenarse y dio las mejores recomendaciones para que los aceptaran en el grupo diocesano. “Presente”, respondió cada uno, con voz fuerte y seguro del valor de esa expresión.
“La Iglesia se llena de inmensa alegría” con la graduación, dijo el Obispo. Y les adelantó a los feligreses que en el 2016 la Diócesis de Cúcuta cumplirá 60 años, por lo que se prepara el primer sínodo para conmemorar ese momento que la historia le regaló a monseñor Luis Pérez Hernández.
Los diáconos salieron de varias parroquias correspondientes a la Diócesis. Allá, cada uno en su lugar, recibió el llamado en diferentes momentos. Desde el hogar hasta los párrocos intervinieron en la formación de los jóvenes. Ocho años pasaron desde el ingreso al seminario hasta este día de la culminación del sueño.
“Dios llama a quién quiere”, dijo monseñor Julio César Vidal y remarcó que “el llamado exige una respuesta libre” por parte del candidato. Para alcanzar el ministerio deben superarse otras etapas, más allá de la preparación en las aulas de clase.
El Obispo recibe la carta de solicitud, el seminario envía el informe correspondiente a la parte académica y vocacional, la comunidad da fe de los buenos actos del muchacho y el párroco certifica que de verdad está listo para vestir la sotana.
Cumplidos esos requisitos “esta criatura insignificante, este gusanillo de la tierra, es trasformado en otro Cristo”, explicó monseñor Vidal. De ahí en adelante, el sacerdote debe ponerse al servicio de la comunidad, especialmente de los necesitados.
Adquieren el siguiente compromiso que no es otro que el de cultivar el don recibido mediante la oración, el estudio de la Palabra y la entrega a los demás “sin buscar dinero, comodidad o reconocimientos”. Esta orden la recibieron Saddy Oviedo, Wilson Alba, Carlos Escalante, Wilson Montes, Fabián Pacheco, Víctor Rojas y Jaime Aparicio.
Monseñor Julio César Vidal también envió a dos sacerdotes a misión a Pinar del Río (Cuba). Los elegidos son Enrique Sequeda y Wilman Paredes, presbíteros de esta Iglesia Particular, “caracterizados por el dinamismo, el desprendimiento, la generosidad y el trabajo eficaz.
Al término de la ceremonia los recién ordenados recibieron la aprobación de los fieles que los aplaudieron en señal de respaldo. Así, se respondió a la inquietud del hombre que a la entrada de la Catedral preguntó si todavía los jóvenes prefieren los hábitos a la vida mundana.
RAFAEL ANTONIO PABÓN
Foto. DIÓCESIS DE CÚCUTA
Lo que uno piense y exprese no siempre es lo mismo a lo que otras personas piensen y expresen. Considero que el hombre siempre busca a Dios, unos para escucharlo, otros para servirle y los demás para ayudar a que la tarea se cumpla bien y otros para entorpecerla.