CÚCUTA.- ‘Rendirse nunca, acabarse jamás’, así es la lucha constante de los jóvenes que a diario tocan puertas, incansables, para ser escuchados y apoyados para la recuperación del teatro de Juan Atalaya, como espacio cultural y comunicativo.
Ahora la protesta es por el descaro natural del alcalde Donamaris Ramírez por aprobar el contrato a nombre de la diversidad cultural, burlándose de aquellos que le apuestan a la cultura.
El documento habla de que “el teatro se encuentra en avanzado deterioro y requiere, por parte de la administración municipal, de atención en aras de brindar espacios al pueblo cucuteño aptos para prestar el servicio para el cual fueron construidos”.
La obligación del gobierno local es mantenerlo en condiciones óptimas para la organización de actividades lúdicas, físicas, recreativas y culturales, y de todas aquellas que generen el sano esparcimiento de niños y jóvenes cucuteños.
No obstante, la realidad es otra, y se demuestra que se utilizan los recursos de la cultura para entregarlos al grupo Esmad de la Policía y no a jóvenes y colectivos que hace varios años luchan por ser escuchados y entendidos.
La Alcaldía de Cúcuta empezó el contrato de $ 80 millones con la constructora Karsa S.A.S. de Los Patios, que se comprometió a mantener y recuperar el techo, los sanitarios y parte de la electricidad.
La verdad es que los soñadores del arte y la cultura se encuentran cada vez más lejos de conseguir la victoria y llevarles a jóvenes y niños momentos formativos. La respuesta de la Alcaldía es darles la Casa de la Juventud, distante unas cuadras del Teatro. No saben si es una burla o un regalo de consolación, porque el sitio está olvidado y en condiciones lamentables.
La preocupación es por la forma en la que se puedan brindar clases en un lugar donde el ambiente no es agradable ni acogedor. Es lamentable que la falta de cultura ciudadana no permita que la risa sea más contaste que el llanto en esta ciudad, donde poco a poco la sed de poder frustra a los que quieren cambiarle la cara.
MARÍA ELIZABETH VEGA