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PERFIL. Don Chepe y el secreto de la sanación

 

CÚCUTA.- Un ‘secreto’ que puede costar la vida es lo que guarda José Haro en su memoria. Le ha servido como sustento y como herramienta de ayuda para quienes lo buscan con la esperanza de encontrar cura a los males. La instrucción la recibió de su padre y aprendió desde niño el arte de ‘secretear’ o ‘rezar’ para aliviar esas enfermedades a las que los médicos no les encuentran solución.

Nacido en San Calixto, don Chepe llegó a Cúcuta hace 36 años en busca de mejor vida. La ciudad le abrió las puertas y le regaló a Teresa, el amor de su vida. Al recordarla con dulzura, los ojos color café, que llegan a parecer negros, se entristecen. La muerte la sorprendió en el hogar hace unos meses.

El barrio Motilones, en la ciudadela Juan Atalaya, se convirtió en su hogar, que ahora comparte con el hijo menor Jhonatan, dos tortugas y tres loros, que repiten sin cesar ‘Hola, lorito ¿quiere cacao?’.

En Ocaña se dedicó a las labores del campo, pero al llegar a la ciudad se vio obligado a buscar otra opción. Recordó las enseñanzas de su padre, aunque algo hacía falta, no le había heredado ‘el secreto’, esa frase que pudiera parecer mágica y esencial a la hora de ejercer la labor.

“El secreto me costó plata. Eso uno no se lo da a cualquiera, por tenerlo hasta llegan a matar gente. Uno, si acaso, se lo dice a un hijo cuando se va a morir. Mi papá no me lo dejó, me tocó comprarlo”. Le costó $ 50 hace 30 años.

La sonrisa no se borra del rostro. Los dientes blancos resaltan sobre la piel morena, arrugada por los años. Extrovertido, simpático y enamoradizo, así lo define Duperle Haro, una de las hijas.

Van a ser a las 10:00 de la mañana. El olor a pan recién horneado invade la casa y las bandejas de este apetecible manjar pasean de un lado a otro. Otro hijo es el dueño de la fábrica. La idea es estar disponible cuando sea necesario.

“Mi nono puede poner de rodillas al que quiera, tiene mucho poder”, dijo Manuel Peñaranda, quien ha crecido viendo el flujo de desconocidos que buscan a su abuelo. A pesar de estas palabras, don Chepe niega haber usado sus facultades para el mal, porque es devoto de la Virgen y fiel seguidor de la fe católica. Cada trabajo se lo encomienda  a Dios y le pide que por fe todo sea curado.

Nunca ha tenido problemas con la Iglesia, a pesar de que puede considerar esta práctica contraria a los dogmas. “Eso es cosa mía, es como si yo le propusiera matrimonio a usted, nadie puede decirme nada”. Mal de ojo, culebrilla, picaduras de pito y cualquier clase de dolor hacen parte de las afecciones tratadas por este hombre, que cuenta con el reconocimiento de quienes han acudido a sus servicios.

El orgullo sale a flote al recordar algunas anécdotas que le ha dejado esta labor. Un día, llegó un joven con un dolor de oído permanente, había recorrido los centros médicos de la ciudad y en ninguno le daban solución. Por el contrario, la molestia aumentaba cada día. “La gente llega a mí sin ni siquiera yo saber. A ese muchacho ni lo conocí. Vinieron y me dijeron. Le mandé el secreto por el aire y ahí mismo se curó. Al otro día vinieron a agradecerme”.

Otro caso que recuerda es el de una mujer que padecía de culebrilla. “Fue al médico y le mandaron una crema, pero no le sirvió de nada. Todo el mundo sabe que la culebrilla no la curan los médicos”, dijo entre risas y burlas. “Ya casi le tocaba la cabeza con la cola y usted sabe que si eso pasa, la gente se muere, menos mal vino a tiempo”.

A los 87 años, don Chepe vive tranquilo. No tiene mayores preocupaciones,  trabajó cuando era joven, ahora son los hijos quienes se encargan de él y le permiten vivir una vida cómoda.

Su regalo es una valoración en busca de algún mal y el posterior rezo que resulta incomprensible para cualquiera que intente descifrarlo. Con su particular carácter ameno se despide. Alega que no se ha arreglado y que tiene que estar preparado para cualquier visita, porque nunca sabe cuándo llegue alguien a buscar sus conocimientos.

PAULA MARTÍNEZ

Estudiante de Comunicación Social

Universidad de Pamplona

Campus de Villa del Rosario

Foto: Especial para www.contraluzcucuta.co

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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