1.- En medio de silencios y actitudes pasivas, porque en verdad los acercamientos han sido mínimos y las perspectivas no insinúan acuerdos trascendentes, que proyecten a estas fajas territoriales especiales, hacia mejoramientos integrales que permitan gestiones de mayor perspectiva en los terrenos de la integración, los pobladores de la región y la zona fronteriza experimentan una vivencia llena de expectativas, pero sin convocarse mutuamente y sin que surjan acciones y empeños innovadores, en procura de soluciones y de fórmulas que permitan salir del letargo originado por la actitud del cierre de la frontera y la presunta búsqueda de una frontera nueva y de paz.
2.- Ese deseo de una frontera nueva y de paz llamó la atención, porque era una convocatoria al diálogo y a una visión nueva y distinta, sobre lo que hay y condiciona a esta opción que no ha llegado todavía a la trascendencia y adopción de auténticas políticas de alcance y referencia bilateral y de origen estatal. Y, lo anotamos, porque la mayoría de los hechos existentes son producto de vacías tolerancias o de disposiciones que no se regulan, ni se les otorga el necesario seguimiento y verdadero trato que debe merecer una disposición o norma que precisa o reglamenta una situación que llega a todo el conjunto.
Y esto ocurre, porque no hay autenticidad y responsabilidad en la presencia y actuación de los estados, así como no hay una legitima descentralización, coordinación y administración entre las entidades nacionales y regionales que vivan y sientan la importancia de la administración y la aplicación de las disposiciones, que impulsen el progreso y el desarrollo de estas áreas de contacto internacional, que comparadas con las centrales de cada nación y por sus circunstancias y características especiales es obvio y natural que posean una reglamentación y un modo de ser diferentes.
3.- Pero la culpa no es solo de los gobiernos centrales y centralistas, sino por la falta de cohesión, asociación y unión presencial y participativa entre dirigentes y habitantes de las fronteras que solo esperan la llegada de las fórmulas salvadoras, sin laborar por aquellas que podrían tener mayor y mejor calado, porque generan fuentes de empleo, mejores servicios, ahorro y consecuente productividad y mayores beneficios.
Y ¿todo esto qué o quién lo produce? Salvo excepciones y muy contadas organizaciones la ausencia de posturas gremiales, profesionales y laborales que siguen sin renovar cuadros ni dar paso a nuevas actitudes y conductas para que, mediante una evolucionada presencia y participación, convoquen a todo el conjunto a un proceso de unidad y cambio que dé vigencia a una capacitada e inteligente dirigencia con cuya asistencia pueda adelantarse la trasformación positiva y progresista, que a gritos pide la frontera.
Y que puede cumplirse si los planes y los programas tienen los respaldos necesarios y bien estructurados hacia una proyección que visualice las perspectivas nacionales e internacionales, en un mundo agitado y con crisis en diferentes zonas y por diversas situaciones planetarias.
¿Habrá llegado la hora para que Bogotá y Caracas entiendan a la zona fronteriza y las vivencias regionales asuman el compromiso de velar y apuntalar el futuro? ¡Ojalá, y pronto, despierte la frontera!
JOSÉ NEIRA REY