Las mejores épocas deportivas en ‘La Perla del Norte’ han quedado en el olvido. La preocupante situación del Cúcuta Deportivo, el desértico estado de los campos de juego y la falta de apoyo a deportistas por parte de autoridades locales y la empresa privada no dejan vislumbrar el futuro promisorio para una ciudad que respira juego, diversión y competencia.
La novela del Cúcuta Deportivo no ha llegado al punto final. La llegada de un técnico de la región y jugadores competitivos buscaba trazar una nueva era del club. La realidad es otra. El equipo motilón se encuentra en los últimos lugares y la esperanza de ascender es remota. El equipo se hunde en terrenos inhóspitos.
La gramilla del estadio General Santander avergüenza a los asistentes y a quienes ven los partidos por televisión. Fue cambiada en el 2012, con motivo de los Juegos Nacionales. Debería lucir como un tapete verde, pero hoy está lejos de ese calificativo.
No solo el ‘General’ sufre por el olvido. El estadio ‘Centenario’ en Atalaya evidencia el estado deplorable que atenta contra el buen desarrollo de las actividades deportivas del grupo de rugby y atletismo del departamento.
En Cúcuta no se puede sostener a un deportista de alto rendimiento. Apoyar a las jóvenes figuras de las ligas nortesantandereanas ha sido una tarea sin cumplir. Cada disciplina demanda tiempo y compromiso, pero también es necesario incentivar al deportista.
El tiro con arco ha perdido jóvenes promesas ante la imposibilidad de brindarles el apoyo económico que ofrecen las ligas de Antioquía, Bolívar o Valle del Cauca.
Se espera que nobles ideales por parte de las autoridades locales permitan encontrar directivos leales a sus principios y al querer de un pueblo que pide a gritos el resurgir de una valerosa capital deportiva para no volver a escuchar el reclamo de ¿por qué nos han abandonado?.
ANDRÉS CARVAJAL – PABLO CASTILLO
Estudiantes de Comunicación Social
Universidad de Pamplona
Campus de Villa del Rosario