Jesús ha mostrado toda su humanidad al suplicar un poco de agua, como cualquier agonizante. Una situación similar afrontan los cucuteños, porque disminuyeron las fuentes hídricas debido al Fenómeno de El Niño y comenzaron los racionamientos de agua en la capital nortesantandereana. El problema preocupa a los ciudadanos, pero ¿cómo ayudan para que esto no suceda? O por el contrario ¿siguen la contaminación y el derroche? Si continúa la falta de concientización en este asunto, próximamente no dirán “tengo sed”, sino algo peor. Es tiempo de remediar estas acciones.
Es crítico el estado del río Pamplonita, una de las principales fuentes hídricas de la ciudad, pues en la mayoría del lecho hay piedras y no agua. A esto se suman los daños en las redes del acueducto, que han ocasionado pérdidas cuantiosas al sistema.
Quizás algunos han sentido sed después de un día arduo de trabajo, pero esta Palabra hoy nos pide que cambiemos esa sed, en sed de Dios, sed por conocer Su Palabra, sed por servir en el ministerio y sed por las almas perdidas.
No solo es la disminución de los caudales en los ríos que surten a Cúcuta, sino que a pesar de esto se siga sin tomar conciencia en tan grande situación y la poca importancia que muestra para remediarlo.
Que el recurso hídrico, primordial para los seres vivos, no se acabe depende de los cucuteños y del ahorro que hagan con pequeños actos como no lavar vehículos o dejar de practicar actividades que requieren grandes cantidades de agua.
Con estas acciones que parecen insignificantes, se puede contrarrestar la escasez que afecta a la ciudad verde de Colombia y al país en general.
DANIELLA PEÑARANDA – LORENA QUINTANA
Estudiantes de Comunicación Social
Universidad de Pamplona
Campus de Villa del Rosario