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OPINIÓN. Los desconocidos

Para la sociedad colombiana es imprescindible el conocimiento de la situación real del magisterio de este país, por cuanto los gobiernos a través del tiempo han venido trasmitiendo información inexacta y falaz respecto a las condiciones que en el campo laboral, de la salud, pensional y social sufre cada compatriota  dedicado a la tarea de educar la niñez y la juventud de esta tierra.

A los maestros colombianos hace más de tres décadas se enfrentan a las más aberrantes decisiones gubernamentales y  sus condiciones profesionales, a pesar de los cambios sustanciales asumidos en el estadio de la profesionalización y la preparación del orden intelectual, el Estado jamás ha reconocido, ni en ellos sus esfuerzos por la conquista de un país en la igualdad, la inclusión, la equidad, la justicia y la fraternidad.

Trascurridos más de 50 años de lucha del magisterio por la conquista de las reivindicaciones sociales, hoy hacen parte de los desconocidos, a quienes los gobiernos de turno burlan sus derechos y a cambio les adicionan más exigencias en las obligaciones laborales. Es preciso hablar de las responsabilidades impuestas al magisterio ante la inexistencia de una política pública en educación, lo cual trasgrede los principios del derecho de los ciudadanos al afectar la posibilidad de una educación verdaderamente gratuita y de calidad en la que el maestro sea el pilar del proceso de formación de las nuevas generaciones y no la imposición de sistemas como la estandarización y las competencias, elementos conducentes a una educación de mercado en la que el  estudiante deja de ser el núcleo de la formación para convertirlo en cliente, como si se tratara de la venta de un artículo más de lo consumible por los ciudadanos.

No obstante la fuerza laboral  del magisterio,  enriquecedora del país con el desempeño en la formación de nuevos líderes, las clases dominantes nunca han visualizado la importancia de este profesional de la pedagogía y el saber, y, contrario a reconocerle la dedicación y el servicio a la sociedad, proceden a darle un tratamiento de ciudadanos de tercera categoría al negarle la posibilidad de mejorar las condiciones de vida y la dignidad que merecen dentro de la sociedad.

El maestro colombiano se ve enfrentado a múltiples problemas de orden social y económico dentro del entorno laboral, teniendo la necesidad de convertirse en padre-madre, tutor, sicólogo, recreador y hasta cuidandero de un buen número de estudiantes dejados a su cargo, sin la participación seria y responsable de muchos padres de familia, que  ven  la escuela como una guardería a  donde acuden sus hijos para practicar toda ocurrencia, menos para responsabilizarse por la seria formación.

Aunado a ello, el sistema de prestación de los servicios de  salud del magisterio es implacable, deshumanizado y falto de responsabilidad, lo cual ha llevado a la agudización de los problemas que en este campo sufren  los educadores,  quienes sin encontrar respuestas favorables de parte del Estado quedan sumidos en el abandono y la burla de sus derechos.

En cuanto al campo salarial es este profesional el de menor reconocimiento comparado con los demás, y a la fecha no se ha protocolizado  un estudio real de las condiciones laborales en las que se encuentra el magisterio colombiano comparado con este mismo profesional a nivel de los demás países del mundo. Y ni qué decir de lo perverso del Estatuto llamado de la Profesionalización Docente creado con el Decreto 1278 de 2002, acto administrativo de una marcada intención malévola para impedir el mejoramiento de las condiciones profesionales y laborales de los educadores bajo este régimen, de quienes se sugiere de manera humillante una mala preparación profesional, sumando la responsabilidad junto con los educadores antiguos, de ser los artífices de los bajos rendimientos de nuestros estudiantes en las pruebas internacionales, pruebas que no miden el real conocimiento, sino el cumplimiento de las condiciones impuestas por el gran capital que espera le  respondan de acuerdo con sus criterios de dominación.

Con todo esto y lo que resta por mencionar ¿No es acaso el magisterio el sacrificado en este país? Sólo los ecuánimes lograrán la verdadera respuesta.

FERNANDO CAÑAS CAMARGO-CORSAJE

Foto: www.laopinion.com.co

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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