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La conocida tragedia ocurrida a finales del 2010, en la que los habitantes del casco urbano de Gramalote vieron cómo la tierra se comía las paredes donde se construyó su historia, fue la primera. La historia contada, la historia vivida, tenía oportunidad de reconstruirse reconociendo los relatos y las formas de vida de esos habitantes en la dichosa Mesa de Trabajo para la Reconstrucción de Gramalote.
Pero tras conocer la selección de los proyectos arquitectónicos para la reconstrucción del pueblo se evidencia otra catástrofe. Esa oportunidad se perdió. Propuestas con un afán de parecer modernas y por tanto nada novedosas, que no contemplan las construcciones culturales de los habitantes son las que se pueden apreciar.
Al parecer, la información levantada por los “investigadores sociales” que acompañan a los habitantes de Gramalote en la búsqueda de reconstrucción de memoria, no tuvo chance de dialogar con los arquitectos que diseñaron esta propuesta.
¿Dónde están los grandes solares e interminables corredores de las casas en los que, seguro, ocurrió más de una hazaña épica privada? Estas nuevas casas (necesarias) no evocan estas historias, seguramente, contadas, pero jamás escuchadas.
La optimización del espacio (tierra) hace que las nuevas casas sean pequeñas y vaya uno a saber si con la funcionalidad de las originales. Y por su parte el afán de modernidad hace que la uniformización esté a la orden del día en esa nueva urbanización y que la plaza parezca un centro comercial de cualquier Unicentro, una piscina de hotel. El colegio es uno de los tanto colegios distritales diseñados y ejecutados en pasadas administraciones, ¡vaya, eso sí es original! y ni hablar de la necesaria Casa de la Cultura en donde lo primero que se ve es un edificio seudo esnobista que habla de todo menos de la cultura gramalotera.
Todo se reduce a ecuaciones, a costo y beneficio, al más por menos y definitivamente a las tajadas en las partidas destinadas para este proyecto, pero eso es otro cuento. Hoy con esta propuesta ocurrió otra tragedia orgánica”.
ARNOLD JULIAN BONILLA
Vía Facebook
