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Unipamplona gradúa a las dos primeras médicas

CÚCUTA.- Shirley Tatiana Villamizar Vera y Marcela Alejandra Parada Zúñiga hace muchos años se dividen sueños, vivencias, tristezas, trasnochos, descansos, tareas, investigaciones, calificaciones, profesores y aprendizajes. Hoy, tendrán la oportunidad de compartir la mayor alegría de la vida. La Universidad de Pamplona les otorga el título de profesionales en medicina.

Serán las dos primeras médicas graduadas en la institución. A las 6:00 de la tarde del 20 de enero, justo cuando comienzan las corralejas, se convertirán en las caras que mostrará la institución como ejemplo de perseverancia.

Antes de cumplir 17 años, recién graduadas como bachilleres, tomaron la determinación de seguir esta carrera. No atendieron las múltiples advertencias que les hicieron familiares, amigos, allegados, compañeros de colegio. Estaban decididas y no querían dar pie atrás.

Estudiar medicina les significaría sacrificios, dejar las amistades, no tener tiempo para la diversión, olvidar las escapadas de casa y abandonar otros gustos. A cambio, llegarían los trasnochos, las dificultades en el aprendizaje, el tratar con cadáveres, asistir a hospitales, dedicarse de lleno a los turnos en las noches y acostumbrarse a ver sangre.

Nada las hizo desistir. Formaron parte de los 65 jóvenes que atendieron el llamado para matricularse en el nuevo programa que ofrecía la universidad. No se conocían, el estudio las unió y las notas no lograron separarlas.

La preparación profesional tuvo el inicio normal. Materias en el aula, explicaciones en el tablero,  clases magistrales, profesores comprensibles, compañeros amables y las tareas de siempre. Esas actividades las formaron en la amistad.

Shirley, desde pequeña, admiraba el trabajo de los médicos. Asistir a consultas le gustaba por ver a esos profesionales vestidos de blanco en procura de salvar vidas y curar enfermos. Esas visitas la marcaron para el futuro. Cuando le dieron a elegir el rumbo tenía decidido que sería médica.

En el colegio le fascinaba la biología y le gustaba el trabajo con los seres humanos. Ahora, a las puertas de coronar el sueño, cree que esta es “una carrera agradable. Me decían que era complicada, que si estaba segura de que eso era lo que quería”.

      

Para llegar a la ceremonia de hoy, en el auditorio de la Universidad de Pamplona, en Villa del Rosario, tuvo que cambiar a los amigos por el estudio y soportar lo extenso de la carrera, seis años. Ahora, con Marcela, tienen 23 años y no son las adolescentes que sobrevivieron, en sexto semestre, a las asambleas permanentes y las amenazas de paro.

De nuevo tomaron una decisión difícil y continuaron adelante. Atrás, quedaron 13 compañeros que mantenían la línea de formación. Cuando quedaron solas, sintieron que la responsabilidad era grande. Las clases se volvieron personalizadas y las prácticas las cumplieron en consultorios y aulas.

En la antigua clínica del Seguro  Social encontraron salones, auditorio, biblioteca y otros elementos para terminar lo propuesto años atrás, ser médicas.

En el recorrido por el triunfo tropezaron con médicos que no estaban acostumbrados a educar médicos. “Empezamos desde cero. No explicaban las pequeñeces de la carrera”. Lo bueno es que tenían ganas de aprender. Así, terminaron materias en el quinto año.

En el sexto cumplieron con el internado, sin espacio para dedicarse a otra actividad. Por ser la primera promoción de la Universidad de Pamplona hicieron la rotación en el hospital Erasmo Meoz.

Ahora, Shirley y Marcela tienen puesto el pensamiento en el lugar donde harán el año rural. Hay varias opciones. La primera, inscribirse en el Instituto Departamental de Salud y aguardar que les asignen un municipio. La segunda, escoger el sitio y proponerlo. Las dos quieren quedarse cerca de la ciudad.

La idea es que les den ese privilegio por ser las primeras egresadas de una universidad en Norte de Santander. Las unidades básicas de La Libertad, Atalaya y Alfonso López, y el Policlínico de Atalaya son los lugares en los que podrían iniciar el despegue profesional con bata blanca y estetoscopio colgado en el cuello.

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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