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CÚCUTA.- Dos semanas atrás, o un poco más atrás, monseñor Julio César Vidal Ortiz tomó la decisión más dura de su carrera sacerdotal. Luego de meditar lo ocurrido en los últimos años de vida pastoral y de sentir el cansancio que aparece con el trascurrir del tiempo le escribió al papa Francisco. En la misiva le expresó el deseo de renunciar a la Diócesis de Cúcuta, que gobernó durante 1430 días y noches.
La última misión pastoral de monseñor Vidal en la Diócesis la cumplirá en la Catedral de San José, el templo que muchas veces lo vio entrar como el máximo pastor de la Iglesia Católica en esta zona del país. El 8 de agosto, ordenará a cuatro diáconos. Será, también, la última fiesta diocesana que encabece.
Ese día les dirá adiós a los feligreses, a los que agradeció por las oraciones que elevaron por su vocación. Y les dirá que los extrañará, que le da pesar irse, porque “ustedes han sido muy especiales. Siempre recordaré a Cúcuta”. Y, seguro, dejará escapar esas lágrimas que contuvo frente a la prensa el día que anunció las dos razones que motivaron su renuncia:
1.- De carácter pastoral, ante el proceso de revisión y proyección que vive la Iglesia de Cúcuta
2.- Orientada al deseo de cualificar el servicio al Señor y a la Iglesia y a su vida.
“Estos aspectos me han hecho pensar que se necesitan fuerzas nuevas, que retomen este proceso en beneficio del dinamismo pastoral, ahora que proyectamos una nueva etapa del Plan Global Diocesano de Nueva Evangelización, que son nueve años. Es importante que venga un nuevo aporte que enriquezca, renueve y fortalezca el caminar de esta Iglesia Particular de Cúcuta”. Esas palabras tuvieron pronta respuesta.
Su santidad Francisco nombró como noveno obispo de Cúcuta a monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid. El bolígrafo papal lo trasladó de la Diócesis de Málaga – Soatá a estas tierras. El prelado recibió el nombramiento “con temor y temblor. Nunca pensé que el Señor me ponía como pastor de esa Diócesis de Cúcuta, una Diócesis tan bella, tan trabajada, con gran dinamismo pastoral”.
Llega en la condición de pastor, con humildad y con sencillez. La primera petición que hizo fue oración por la misión que emprenderá en la Iglesia Diocesana, que comprende a la capital de Norte de Santander, Villa del Rosario, San Cayetano, Santiago, Gramalote, Lourdes, Sardinata y Carmen de Nazaret. De paso les envió la primera invitación, a comprometerse en la construcción de una Iglesia evangelizada y evangelizadora.
Mientras monseñor Ochoa Cadavid, nacido el 18 de octubre de 1962, y ordenado sacerdote el 5 de julio de 1986 y obispo el 1 de abril de 2006, comienza a pensar cómo ganarse el corazón de la feligresía, monseñor Vidal Ortiz empieza a seleccionar los autores que leerá de ahora en adelante y a preparar los temas sobre los que escribirá en los siguientes años.
“Quiero dedicar mis últimos años de vida a una labor más cualificada (misiones – visitas – estudio). Una labor de buscar mayor crecimiento personal que me lleve al Señor. Cultivar la oración, la lectura y el estudio. Esto lo hago por amor a Dios, a la Iglesia y a esta Diócesis”.
Los ojos enrojecieron, los músculos de la cara se contrajeron y apareció una sonrisa liviana, de incertidumbre. Miró a los lados y buscó apoyo, solo encontró la mirada pasiva de los periodistas que tampoco querían preguntar más.
Foto: www.contraluzcucuta.co
