CÚCUTA.- Adriana Lucía tenía 7 años cuando la llevaron al Coliseo Menor Eustorgio Colmenares para que mostrara cómo daba volteretas en la sala de la casa. La agilidad de la niña y la destreza para los ejercicios eran evidentes. Solo necesitaba orientación, dedicación y voluntad. Y esas cualidades las encontró en ese sitio.
La sonrisa de ese momento no ha desaparecido y la alegría con la que llegó se ha mantenido con el paso de los años. Cada ejercicio con aros, cintas o bolas lo asume con entusiasmo y hoy es una de las integrantes de la selección Colombia que ganó tres medallas en los Juegos Bolivarianos de Valledupar (un oro y dos platas).
En el coliseo luchó por alcanzar los sueños y tomar el sendero que la llevó a brillar con luz propia. Un día dejó la Liga de Gimnasia de Norte de Santander y viajó para Sogamoso, donde la acogió la Liga de Boyacá. Allá, complementó el aprendizaje y ha ganado en conocimientos para representar con dignidad y decoro al país en certámenes internacionales.
A pesar de ser la niña del hogar conformado por Jesús Mantilla y Maritza Camargo, voló a tierras boyacenses para cumplir el sueño de ser grande entre las gimnastas nacionales. Cuenta con el apoyo de los padres y la han respaldo para que las piruetas en casa se convirtieran en cabriolas con tinte profesional. “Mi familia es chévere y me ha dado siempre apoyo”, dijo en una ocasión.
A principios de año, dejó a la hermana Paola en el barrio Las Colinas (Cúcuta) y a las amigas de colegio para emprender el viaje en procura de la perfección y la coronación deportiva. Ahora, en la capital del Cesar ha aprendido nuevas técnicas y otros esquemas rítmicos para ponerlos en práctica en cada prueba.
Desde el comienzo, tomó conciencia de la responsabilidad que debía asumir para escalar los peldaños que ha subido en los casi 10 años de práctica de esta disciplina. En los registros están las participaciones en torneos locales, regionales y nacionales, que la forjaron para subir al pináculo que hoy ocupa.
Todo se almacena en el baúl de recuerdos. Cada victoria y competencia son experiencias que la ayudan a mejorar. De la pequeña aquella que ganaba regaños de la profesora del coliseo por hablar y no obedecer con la rutina de calentamiento quizás queda poco, porque la vida la tiene encumbrada en otro nivel.
Le gusta salir a cine, comer helado, ir a piscina, jugar y disfrutar de los paseos en familia. Para distraerse, luego de cumplir con las tareas escolares, ve televisión y mantiene contacto permanente con los padres. En un comienzo la aconsejaron que comiera dulce y bebiera gaseosa, porque no aportaban a su salud. En Sogamoso no vive a sus anchas, está controlada por la entrenadora y sus compañeras de equipo, con quienes ha aprendido a compartir el deporte y la vida. En Brasil tendrá un nuevo reto y otra oportunidad para hacer gala de sus dotes de gimnasta.
RAFAEL ANTONIO PABÓN
Con apoyo de Paola Andrea Novoa
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