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CÚCUTA.- Gritos, quejas y reclamos escuchó la canciller María Ángela Holguín en el puente internacional ‘Simón Bolívar’. Los desesperados, angustiados y desesperanzados deportados de Venezuela en los últimos días le reclamaron ‘justicia, justicia, justicia’. El cierre de la frontera se pasó del límite anunciado y la incertidumbre reina entre colombianos y venezolanos.
La enviada especial del presidente Juan Manuel Santos constató lo vivido por los nacionales radicados al otro lado del río Táchira y expulsados este fin de semana por orden del presidente Nicolás Maduro. El mandatario decretó medidas de excepción para la zona para contrarrestar la presencia paramilitar en los municipios limítrofes.
“Salimos como animales, echados como perros”, dijo una mujer a punto de estallar en llanto. Los guardias llegaron a los asentamientos subnormales y ordenaron a los colombianos salir del territorio tachirense. No tuvieron tiempo de cargar con los enseres comprados con el fruto de años de trabajo.
Algunos solo alcanzaron a cambiarse de ropa, tomar entre los brazos a los hijos pequeños y huir. Al pasar el hilo divisorio entre los dos países encontraron asilo en colegios de Villa del Rosario y Cúcuta y en el Centro de Migraciones. Las ayudas recibidas son pocas para las enormes necesidades que arrastran.
En la Pequeña Barinas, ahí no más en San Antonio, quedó la casa a merced de la tropa bolivariana. Varias familias, en este momento, están divididas por órdenes de los uniformados. Uno de los dos esposos escapó para no ser maltratado por los guardias, mientras le otro permanece en tierra vecina.
Ahora, los nacidos en cualquier lugar de Colombia y que buscaron refugio en Venezuela para vivir mejor, afrontan la condición de deportados y claman a gritos ayuda oficial. “No queremos casa, ni beca. Queremos un lote para levantar el rancho”, dijo Gladys, natural de Tibú y envuelta en esta calamidad.
Según cálculos de la Defensoría del Pueblo, al Centro de Migraciones llegaron 140 deportados y al coliseo del colegio Municipal 204. A La Parada (Villa del Rosario) han sido trasladados otros tantos. La cifra prevista llega a los 1200. Gladys dijo que en la Pequeña Barinas vivían 5000 colombianos.
El personero de Cúcuta, Orlando Puentes, manifestó preocupación por lo que pueda ocurrir en las próximas horas. Vaticinó que seguro llegarán más deportados, por lo que deben acondicionarse otros albergues para atenderlos. En los hogares de paso los colombianos reciben atención de la Defensoría del Pueblo, la Personería, la Cruz Roja y el gobierno municipal.
“No está bien que tengan que dormir en una colchoneta”, dijo Puentes. Mientras los adultos pasan las horas a la espera de la llegada de más ayudas, los niños corretean y se divierten de la mejor manera, ajenos al problema que sufren sus padres.
Los organismos encargados de velar por el cuidado de estos seres humanos que soportan un trago amargo por decisión del presidente Maduro le proporcionan los medios que están al alcance. Las carpas, alimentos, elementos de aseo y colchonetas no remplazan los dejados en casa por salir a las carreras, pero en algo mitigan la carencia.
RAFAEL ANTONIO PABÓN
Foto: MARCO SÚA
