Hoy, le sugerimos que el destino de este viaje en familia sea a Mutiscua, un paraíso escondido. Para visitar la tierra del mármol y la trucha, debemos tomar la vía que une a Cúcuta con Pamplona, 75 kilómetros en buen estado con el peaje en Los Acacios (Los Patios) y de ahí continuar por la vía a Bucaramanga.
Esos 29 kilómetros son de frío intenso. Hay que subir hasta los 2950 metros de altura sobre el nivel del mar que tiene la vereda Alto Grande, el sitio más alto de este recorrido, en el kilómetro 12.
De ahí en adelante la vía va en descenso hasta la variante a la cabecera de Mutiscua, que el turista encontrará por la margen derecha en el kilómetro 26.
El empuje y la laboriosidad de la gente ha hecho de Mutiscua uno de los municipios con más perspectiva de desarrollo sostenible. Ostenta dignamente el título de tierra apacible y turística, en alusión al lema del escudo: grandeza, nobleza y voluntad.
El nombre de Mutiscua se formó de la contracción de las palabras: Mutis y Tescua, para recordar en la posteridad que el coronel Manuel Mutis Gama, héroe de la batalla de Turquí, murió en la batalla de Tescua el primero de abril de 1847.
La actividad piscícola genera una de las principales entradas económicas del municipio. Debido a las condiciones climáticas, topográficas y la oferta hídrica representada en la quebrada La Plata, se han establecido numerosas estaciones truchícolas.
El templo parroquial, en cuyo interior está el santuario de Nuestra Señora de Las Mercedes; el parque principal ‘Patricio Villamizar’, el antiguo molino “Monarca” y la sede del Hogar Juvenil Campesino, son algunos de los sitios que Mutiscua nos tiene para impactarnos por la belleza y la sobriedad.
Es grato invitar a los nortesantandereanos para que visiten y disfruten de Mutiscua, durante muchos años considerado la tierra del mármol, pero que con el devenir del tiempo ajustó la economía hasta convertirlo en un pueblo pequeño con gran corazón, dispuesto a recibir a los turistas. ¡Atrévanse no se arrepentirán!
MABEL ROCÍO LOZANO