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CRÓNICA. Los secretos de la Laguna de San Luis

CÚCUTA.- La mayoría de cucuteños la conocen, o por lo menos han oído hablar de ella, saben de la existencia, pero lo que no conocen es que esconde algo que el ojo humano no alcanza a percibir. Los vecinos del sector son los más expertos del tema, pues han tenido la oportunidad de sumergirse en sus aguas y conocen el misterio que tiene la Laguna de San Luis.

Esta laguna es producto del antiguo chircal. Un extrabajador contó cómo por más de 30 años funcionó  y que el pozo es un nacimiento de agua natural. Al excavar para conseguir arcilla, encontraron fue agua. El chircal se acabó por problemas económicos. Los obreros tomaron la maquinaria como parte de pago y desde entonces este terreno ha estado desolado. Han pasado más de 20 años.

El lugar guarda misterios y sirve para el escondite de maleantes. Eso es lo que vecinos cuentan y por lo que, al mismo tiempo, se quejan. El sitio es oscuro, está lleno de monte y lo han utilizado con otros fines, haciendo que no sea tranquilo para los que habiten cerca.

Buena cantidad de habitantes se han sumergido en esas aguas para apaciguar los calores cucuteños. Quienes se han dado un chapuzón encuentran en el interior algo misterioso que describen como un ser raro, nunca antes visto. Algunos, creen que es un simple pez, pero otros aseguran que es un monstruo que se esconde y que se ha apoderado de la laguna.

Exalumnos de un colegio militar vivieron en carne propia la desgarradora historia que los dejó marcados para siempre y que recordarán cada que pasen por la Laguna de San Luis. Estudiantes del plantel General Francisco de Paula de Santander salieron del batallón luego de culminar la instrucción militar rutinaria de los sábados. De regreso a la institución pidieron al conductor de bus que los llevara a la laguna para refrescarse y nadar unos minutos.

No eran más de 10 jóvenes los que se encontraban allí. Estaban con el brigadier mayor (otro estudiante del grado once) quien lideraba a los de noveno. Llegaron a la laguna, se quitaron el uniforme y las botas, y se lanzaron a nadar.

Pérez, de 14 años, tenía una gracia especial que lo hacía diferente a los compañeros. Era el consentido en el colegio por padecer cierto nivel del síndrome Down. Le tenía miedo al agua y no sabía nadar. Entre juegos y chanzas se tiró con el uniforme puesto. Al pasar los minutos, y ver que no salía a la orilla los compañeros empezaron a desesperar y algunos se lanzaron al rescate. No lo encontraban.

Los jóvenes alertaron a los directivos del colegio y a los organismos de socorro para que  encontraran a Pérez. La búsqueda fue incansable. Familiares y amigos llegaron a San Luis para esperar cualquier noticia. El tiempo corría y Pérez no salía de la profundidad oscura de la laguna. Todos se asustaron y esperaban lo peor.

La madre del joven se encontraba en otra ciudad. Abordó un avión y pronto llegó al lugar para reclamar el cuerpo del hijo. Muchos acamparon junto a la laguna. Aguardaban la salida de Pérez, pero el cuerpo de socorro no daba noticas.

La angustia se prolongó, el pánico crecía y la noche se tornó fría, oscura y estrellada. La luna era la compañera de los temerosos jóvenes y adultos, y testigo fiel de lo ocurrido. Las horas pasaron. La luna se despidió de la familia de Pérez y el sol brillante los saludó.

De repente, un hombre delgado, alto, de piel oscura y ojos claros, decidió lanzarse al agua y con ayuda de un palo  buscó el cuerpo de Pérez. Tardó un par de minutos y al salir, y en sus manos llevaba el cadáver del joven. Thomas, hace 10 años, encontró el cadáver. Contó experiencia de toda la vida con la laguna.

Es su lugar preferido para fumarse unos cuantos porritos. Al hacerlo con su compinche, bajan a la hora que sea a la laguna y se tiran de cabeza. Entre risas recordó que ha pasado más de una noche, entre tragos y marihuana, en ese enigmático lugar. A veces, ha perdido la noción del tiempo. No sabe cuánto ha sido el tiempo máximo que ha durado dentro del agua. Solo recuerda que al salir, la piel está arrugada.

Nunca les ha pasado nada. Los vecinos los conocen y saben que solo son pelados borrachos a los que les gusta la marihuana y que no le hacen daño a la comunidad. Otros que han bajado tarde de la noche al lugar no han corrido con la misma suerte, y han sido robados, apuñaleados o en el peor de los casos asesinados.

Las quejas de los habitantes del sector apuntan a la inseguridad y no pueden tener tranquilidad ni siquiera en casa. Las denuncias no tienen eco en la policía. Se rumora que en el lugar se construirá un parque temático o un conjunto residencial. Los vecinos están contentos con la noticia.

Lo cierto es que nada de eso se ha llevado a cabo aún. Todos esperan que cualquier proyecto que sea favorable se ejecute lo más pronto posible, pero que la laguna no se acabe, porque con los secretos que guarda hace parte de la historia del barrio.

JULY GÉLVEZ

Estudiante de Comunicación Social

Universidad de Pamplona

Campus de Villa del Rosario

Foto: CONSUELO PABÓN

 

 

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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