Las zonas fronterizas y las regiones que las identifican requieren de un gigante, mancomunado y compartido esfuerzo binacional, que genere el cambio y la trasformación integral que es exigente, empezando con los aportes que en innovación e investigación formulen la academia y el cuerpo docente, en todos los niveles.
La obligación y el compromiso, ante la región y la frontera, por parte de la academia y de los integrantes de la docencia –en todos los niveles, especialidades y campos –es tan grande y de tantas implicaciones y proyecciones, que el solo hecho de reconocerse la existencia de vacíos operativos y la carencia de transformantes acercamientos con la población asentada en estas fajas territoriales, demuestra a las claras que el concepto de universidad y de universalidad -así como el de colegio y escuela- exigen un análisis profundo y hasta un incuestionable replanteamiento integral, que penetre en toda la estructura de lo que ocurre y permita deducir el alcance de los hechos existentes y de los que pueden proseguir, si no hay un cambio en las actitudes y las conductas que se aplican.
Señalar lo anterior es hacer una radiografía de lo que es y representan el desenvolvimiento y el engranaje funcional tanto de la región, como del departamento y de los municipios que integran y conforman esta esquina de la República.
Lo que hay despierta palpitantes reflexiones y cavilaciones de múltiple espectro, porque lo que hay es delicado y de enormes complejidades. Y, porque para una evaluación general y pormenorizada, es necesario distinguir y otorgarle presencia, no solo a lo estrictamente nacional sino a la colindancia con Venezuela y a todo lo que identifica y proyecta esa relación binacional, tanto en lo histórico e institucional, como en lo social, económico y político, de una mancomunidad de intereses que ha tenido variadas etapas y singulares momentos vivenciales, desde la Colonia, pero de manera relevante, en la Independencia -por la participación y el liderazgo de dos exponentes máximos, el libertador Simón Bolívar y el educador y forjador civil de la república Francisco de Paula Santander, hasta el hoy – cuando ansiosamente y con pautas y directrices diferentes, se buscan la consolidación democrática y la anhelada y armónica integración Latinoamericana.
Por esta elemental y sintética visión de realidades, más la marginalidad y escaso desarrollo que registran las áreas de contacto limítrofe, la tarea que tienen como reto la academia y el cuerpo docente es superior, porque se tendrá que conformar y dar impulso –previamente – a nuevos, capaces y bien formados cuadros directivos y rectores, para las acciones, pasos y conductas que deberán emplearse en la gran tarea de remplazar y sustituir la cultura del atajo, que se formó
por el predominio individualista de la gestión mercantil fundamentada en las ventas al por menor y el establecimiento del facilismo, inmediatismo y egocentrismo, que no han dado cabida a la asociación y al trabajo en equipo, no obstante las ventajas comparativas que podrían explotarse y la mancomunidad de empeños y prerrogativas, que no han sido encaminadas, hacia labores en equipo y de concurrencia y responsabilidades compartidas, tal como lo infieren, no solo la visionaria conjunción de factores, que sobre estas zonas captó y calificó el Padre de la Patria, sino el pragmatismo de la vecindad y la labor compartida.
Y, esto, junto a la misión insoslayable de provocar un gigante y armónico equilibrio de fuerzas compartidas, sintetiza lo que se debe hacer y ojalá pronto, sobre estos escenarios integracionistas que siguen a la espera de auténticas y ejemplarizantes políticas de Estado, que contengan normas, incentivos, estímulos, reglamentaciones y procedimientos que rompan el marasmo y den paso a revitalizadoras motivaciones evolutivas y actos de progreso.
JOSÉ NEIRA REY