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Desde 1999, en la Diócesis de San Cristóbal, ha caminado con ilusión y sencillez en servicio del pueblo de Dios, en esta grey como reflejo de la vocación que se hace vida, servicio y testimonio. / Foto: Prensa Diócesis de San Cristóbal

PERFIL. Monseñor Mario Moronta, 33 años como Servidor y Testigo

SAN CRISTÓBAL – Venezuela.- Aquel hombre de 41 años fue ordenado en 1990 y desde entonces ha seguido los pasos del magisterio de la Iglesia y a luz del papa Pablo VI sigue caminando en el nombre del Señor.

La vida del sacerdote es un itinerario de servicio y de testimonio. La llamada que Jesús hace a cada uno es un signo del amor infinito que tiene para con quien, dejándolo todo por amor a Dios, sigue las huellas del sumo y eterno sacerdote.

Aquel joven presbítero Mario Moronta, cuyo ministerio inició en 1975, fue llamado por el santo padre Juan Pablo II al orden de los Obispos, en 1990.  Lo asumió con alegría y así, el 27 de mayo, el cardenal José Alí Lebrún lo configuró como pastor diocesano.

Desde 1995, en Los Teques, estado Miranda, y desde 1999, en la Diócesis de San Cristóbal, ha caminado con ilusión y sencillez en servicio del pueblo de Dios, en esta grey como un reflejo de la vocación que se hace vida, servicio y testimonio.

Configurado como Obispo, ministro de Jesucristo, vive y participa de la misión encomendada como servidor y testigo, como pastor, que guía y conoce a sus ovejas, llevándolas por caminos de fe, esperanza y caridad.

San Pablo VI, en 1968, nos exhorta: “Dios tiene en nosotros su instrumento vivo, su ministro y por tanto su intérprete, el eco de su voz; su tabernáculo, el signo histórico y social de su presencia en la humanidad, el hogar ardiente de irradiación de su amor hacia los hombres”.

La acción pastoral de monseñor Mario del Valle se ha manifestado en el fortalecimiento de la fraternidad sacerdotal, la cercanía al presbiterio, la dedicación y el servicio pastoral a la Diócesis, el amor al seminario y la preocupación por las vocaciones. Las visitas pastorales, la convocación y organización del segundo y tercer Sínodo Diocesano y el fortalecimiento de las parroquias hacen parte de la atención a las comunidades necesitadas.

De manera especial se ha dedicado a la enseñanza y, apoyado en las redes sociales, llega a gran cantidad de fieles -en el mundo- con la santa misa, charlas, cursos y reflexiones diarias.

A monseñor Mario, servidor y testigo, hace 33 años el señor Jesús le encomendó una misión importante: ser obispo y hace 24 ser padre y pastor del Táchira, de este pueblo devoto, fecundo, y generoso, guiándolo por caminos de esperanza, servicio y testimonio, mostrando su amor al sacerdocio y la fraternidad hacia el pueblo de Dios.

Monseñor Mario del Valle, a través de estos años, ha sabido configurarse a Cristo, Buen Pastor, en el que siempre ha confiado y a quien siempre ha encomendado su ministerio. María del Táchira, madre de la Consolación, lo bendice, y el Santo Cristo de los milagros de La Grita lo guía en todo momento.

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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