1.- Como se han hecho anuncios oficiales por parte de las Cancillerías de Colombia y de Venezuela que el 16 se reiniciarán los contactos que quedaron en suspenso hace tres meses, es de esperar que los agentes y los auxiliares de los dos gobiernos, en un acto reivindicativo, ejemplarizante y auténtico, incluyan en las agendas y los propósitos una real y visionaria perspectiva sobre lo que hay, lo que se necesita y lo que en términos de prioridad y urgentes exige definiciones, concreciones y dinamización de empeños, en torno a lo que piden y requieren para el desarrollo las zonas fronterizas y, en especial, la más poblada y sobre la que confluyen factores de primer orden, para estructurar y fundamentar con estrategias cimentadas y acciones de futuro convergentes revitalizadoras políticas de Estado, que permitan generar el cambio, que desde 1821 visualizó el libertador Simón Bolívar y que los océanos Atlántico y Pacifico proyectan para que la Cuenca Marabina, los Valles de El Zulia, Pamplonita y Peralonso, entre otros, y la Orinoquia, de uno y otro lado de los límites, sin olvidar la Amazonia, por todo lo que significa para la humanidad tengan por fin un escenario cierto para analizar y proyectar el futuro.
2.- Y lo destacamos sin temores ni ambigüedades, porque es increíble que después de más de 200 años de la Batalla de Cúcuta y de todo lo que significó la Campaña Admirable, los límites patrios y las zonas o áreas de frontera sigan siendo consideradas y tratadas como fajas territoriales de insignificancia, porque siguen sin representatividad y descentralización, así como en un pleno abandono de incentivos, estímulos y mecanismos que permitan aprovechar con certeza, optimismo, ponderación y superación las ventajas comparativas que la estratégica ubicación geopolítica las determina, así como los recursos naturales y la mancomunidad de intereses, que no pueden quedarse en simples operaciones comerciales al por menor o a la expectativa de generar empleos transitorios y sujetos a la informalidad, porque no hay gestiones que vayan al meollo de la problemática y a la capacitación, innovación, investigación y labor compartidas que permita un vivir menos dependiente para romper la marginalidad y hacer de estos límites una conjunción de tareas, planes, programas y proyectos de gigante envergadura y proyección.
3.-Seguir creyendo que nos interesa seguir viendo – y sin provecho regional- el tránsito de camiones, carrotanques y gandolas para servicios solo de los centros, sin que se entienda el inmenso porvenir que hay entre nosotros – si fuéramos respaldados y apoyados en nuestros anhelos- es, igualmente, no comprender, ni evidenciar que si Colombia y Venezuela obraran en conjunción de empeños otra, sí muy otra, sería la perspectiva del Continente y la revitalización de América. Por eso, y porque es indispensable un redireccionamiento en la orientación y manejo del potencial y lo que representan las frontera es válido esperar una pronta y eficaz compenetración de entendimientos, para que estos nudos articulares del proceso de integración tengan los apoyos y en especial las políticas de Estado, que hacen falta, junto a los cuadros representativos y tecnificados, que puedan orientar, motivar y ejecutar lo que es indispensable para este giro hacia el porvenir. Si nada se hace, que nadie se queje, llore o espere un mejor futuro, porque seguiría en su apogeo la cultura del atajo y la dependencia de lo informal, en un asfixiante y doble centralismo.
JOSÉ NEIRA REY
Notas al margen