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CÚCUTA.- “El Catatumbo ha sido una región tradicionalmente abandonada por el estado”, reconoció en Cúcuta el expresidente Ernesto Samper Pizano (1994-1998). Esa zona “ha sido víctima de todos los conflictos armados que han pasado por el país”.
El exgobernante pasó por la ciudad y les echó un vistazo a las mesas de negociación que se adelantan para El Catatumbo, ver cómo evolucionan los acuerdos entre Gobierno y campesinos para buscarle la salida efectiva a la crisis.
Uno de los puntos fundamentales de los diálogos entre los voceros de los labriegos y el Gobierno es el reconocimiento de las zonas de reserva. Este aspecto ha permitido el tire y afloje entre las partes. “Es indispensable que se piense en la zona de reserva campesina”, dijo Samper.
Explicó que esos espacios no son solo para sacar a la fuerza pública del área de conflicto “sino para que la fuerza pública proteja a los campesinos, para que se puedan hacer procesos de restitución de tierras sin que maten a los líderes”.
Las zonas facilitarán la presencia del Estado, habrá un hospital en Tibú y una vía para que salgan los productos agrícolas hacia Cúcuta. “No hay que satanizar las zonas de reserva. No son caguanes; al contrario, son zonas para proteger a los campesinos y para darles condiciones de desarrollo”, señaló el expresidente.
Complementó que la presencia del Estado no puede limitarse a la presencia persuasiva de las armas. Tiene que ir acompañada de la presencia social, económica y productiva.
“Hoy, más que nunca, se justifican las zonas de reserva campesina, que se crearon para encontrar mecanismos de consolidación y de protección de poblaciones que vivían en zonas abandonadas por el Estado y en las cuales había florecido la violencia. Por eso no es un hecho fortuito que las diez zonas de reserva campesina que existen se hayan desarrollado en sitios en los cuales había dos características: primero, que no hay una presencia del institucional y segundo que ha florecido la violencia”.
En torno a las negociaciones Gobierno-campesinos afirmó que el hecho de que cada día progresen y que haya un excelente nivel de confianza entre los miembros de mesa da una buena idea de que el camino que este país requiere frente a las confrontaciones de los paros agrarios es la conciliación.
Habló de la erradicación de cultivos ilícitos. “Hasta donde entiendo hay un compromiso presidencial de que no habrá erradicación forzosa. Uno no puede llegar, arrancar las matas y dejar a los campesinos ‘sembrados’”.
De lo que se trata es que haya un proceso gradual de sustitución de cultivos, lo que significa que no se puede pensar de la noche a la mañana que la gente puede salir de un cultivo y entrar a otro. “Es despacio para que se pueda hacer la financiación y no se trata de cambiar matas de coca por matas de plátano o matas de palma. Se trata es de que toda la zona tenga apoyo en materia de infraestructura y desarrollo social”.
La obligación del Gobierno es darles a los campesinos las mismas condiciones y las mismas gabelas que tienen otros campesinos afuera para competir. “Que tengan vías, semillas, créditos, la posibilidad de mover las cosechas y subsidios”.
