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CÚCUTA.- Los aficionados cucuteños están al borde del desespero. No pueden más con los resultados adversos del Cúcuta Deportivo. Y hasta han llegado a pensar en no volver al estadio General Santander como lo han hecho miles de hombres y mujeres que tenían por costumbre acompañar al once rojinegro.
En el 2013, descendió a la B. No hubo mayor duelo entre los directivos. A cambio de asumir la responsabilidad y ponerle el pecho a la brisa, corrieron a vender las acciones a quien más pagó. No hubo un momento de reflexión, y por el contrario aprovecharon la oportunidad para deshacerse del equipo.
Enterrado como quedó en la segunda división, tomó otro camino incierto. Para los hinchas los Cadena no son prenda de garantía y toman como ejemplo lo ocurrido con otros clubes profesionales colombianos a los que llevaron a la quiebra y cuasi desaparición.
Y, tal vez, no están equivocados. El caso del elenco fronterizo es crónico. En lo futbolístico no rinde. En cuatro partidos ha ganado un punto (de milagro) y ha perdido dos oportunidades de sumar en casa. Vinieron América y Cortuluá y pasearon frescos por el gramado del General para llevarse los tres puntos.
En lo directivo no se ven ajustes como para pensar que habrá giros definitivos para poner el viento a favor. Las velas del club están raídas y no hay quién las remiende. En días pasados corrió el rumor de la ‘reventa’ de acciones por parte de los ahora dueños. Hubo la comunicación pertinente y el humo disipó las dudas.
Entre los aficionados no existe confianza. Todavía hay quienes prefieren mantener el recuerdo de aquel 2007, que pareciera tan lejano en el calendario por todo lo ocurrido en los últimos seis años. De la gloria se pasó a la pena sin vergüenza alguna. De los graderíos llenos se pasó a las tribunas desocupadas y del fervor se pasó a la rabia y el desespero.
Hacía buen tiempo que los hombres infundados en la casaca rojinegra no daban tan mal espectáculo como para hacerse acreedores a esos molestos hachepetazos gritados desde Sur con ritmo musical incluido. ‘Jugadores, la puta de su madre…’ los increpan desde la Banda del Indio para motivarlos. El resultado es el mismo, otra derrota.
En Occidental, los molestos y atrevidos hinchas gritan a todo pulmón la mayor cantidad de groserías con la ilusión de ser escuchados por los jugadores. Igual ocurre en Oriental y en Norte. En consecuencia, la violencia verbal es un imperativo que gana espacio en el estadio. Así no era en tiempos idos.
La tercera derrota en el torneo no da largas para pensar en el futuro. El equipo debe acomodarse en este presente aciago para devolverles a los cucuteños la pasión que se ha esfumado por los malos resultados. La condena salta a la vista, el Cúcuta Deportivo permanecerá más tiempo del pensado en la B y los que sufrirán serán los aficionados, porque los directivos, o dueños, o propietarios, o Cadenas, como los quieran llamar, tienen asegurado el billete que les llega de Dimayor, que les paga la televisión y que les entra por patrocinios.
RAFAEL ANTONIO PABÓN
Foto: ALIRIO PARRA
