Contraluz.CO Sólo Periodismo
Artículos relacionados
Me comentan algunos amigos periodistas que la situación en la ciudad es caótica por muchos aspectos. La violencia es permanente con un alto y nefasto producto de robos, asesinatos, atracos, extorsiones y toda clase de delincuencia, por todas partes. La justicia, dicen, no opera como debiera ser. Tal vez, reflejo como funciona en el país, con escándalos a todo nivel, desde los contratos de altos funcionarios, como exministros, viceministros, etcétera. Los escándalos tocan a las puertas de Palacio por el reparto de coimas y donaciones de grandes sumas de dinero para campañas políticas presidenciales por contratistas extranjeros.
Y lo que ocurre en la capital del país repercute en las provincias de manera similar. Aquí se comenta que en el Concejo se debatió ampliamente un contrato para adjudicar el negocio del alumbrado público. Finalmente, le fue otorgado a una empresa dirigida o de propiedad de un extranjero, señalado de asesinatos en otras partes del país e inclusive en el exterior, según informes de periodistas. Y para hacer semejante adjudicación, dicen también los informantes, les pagaron a los concejales de la ciudad la no despreciable suma de $ 30 millones.
¿Será eso cierto? No lo sabemos, ni nos consta, pero antecedentes hay en la ciudad, como ocurrió hace muchos años con el paseo Rojo y Negro, que el pueblo llamó del ‘robo y medio’ de Juan Atalaya. Y para no ir muy lejos, basta recordar el negociado que hicieron un concejal, que todavía tiene una columna periodística y un exalcalde, con Bavaria, cuando un juez superior de Bogotá le ordenó debía trasladarse a la zona industrial o a un sitio donde no contaminara a los vecinos. Este par de sujetos, enemigos de la ciudad, de la cual vivían, le vendieron a la empresa cervecera los intereses de Cúcuta por una alta suma de dinero, según dijeron los vecinos de la factoría.
Es la eterna historia de las corporaciones públicas del país, de las que no escapa el Congreso de la República, envuelto en tantos negociados, o las cortes, las asambleas, o donde quiera se manejen altas sumas de dinero. Todo es fruto de la herencia gansteril y ‘cafreril’ de quienes nos conquistaron y colonizaron. Una turba de bandidos, salidos de las cárceles en afán de enriquecimiento, que vinieron, no en plan de trabajo y construcción y desarrollo, como ocurrió en Norte América, donde los conquistadores, llegaron a trabajar y a construir nación y no a robarse las riquezas del pueblo, como aquí entre nosotros.
Después del grito de independencia, el 20 de julio de 1810, el rey Fernando VII envió al mando de un general tan asesino como sus anteriores gobernantes, el general Pablo Morillo, al frente de un batallón de bandidos, quien cumpliendo órdenes del rey, descendiente del rey Fernando ‘El Católico’, otro malhechor, que no tuvo inconveniente de ordenar el asesinato de su yerno, el rey Felipe ‘El Hermoso’, casado con su hija la reina Juana ‘La Loca’, por envenenamiento, como era la usanza de entonces para quitarse del camino a los adversarios o émulos del gobierno.
Todos esos avatares de la vida y del tiempo los padecemos aquí, sin pausa desde fechas inmemoriales. Es la suerte de los pueblos que por herencia y atavismo tienen que afrontar tantos años de miseria y soledad, como lo sugiriera el premio nobel de literatura Gabriel García Márquez, en la novela Cien Años de Soledad.
PABLO EMILIO RAMÍREZ
Foto: ARCHIVO www.contraluzcucuta.co
