l informe presentado por el diario la Opinión, el Jueves Santo, nos forzó a intensificar profundamente nuestras reflexiones, ese día. Las delicadas informaciones de Planeación Nacional sobre “graves fallas en la administración del acueducto de Cúcuta”, denunciando que acá se pierde el 60 % del agua tratada, sería motivo suficiente para entrar en “cuidados intensivos”, y declarar en la urbe una emergencia socioeconómica sin ninguna excusa.
No es posible que mientras se protagoniza una abierta rebatiña entre autoridades metropolitanas por el manejo de miles de millones de pesos para construir un nuevo acueducto; el agua potable, cuyo servicio es costosísimo, se vaya a las alcantarillas en cantidades tan alarmantes, como la denunciada. Simplísticamente, el gerente de la concesión que maneja los dos acueductos de la ciudad, sin ningún reparo, dice que de seis millones de litros que se procesan al mes, se pierde la no despreciable cifra de tres millones. Esto en cualquier parte del mundo, provocaría un S.O.S.
Es hora de establecer responsabilidades y la forma de reparar este exabrupto ambiental que atenta, primeramente, contra los ciudadanos, pero que también hace mucho tiempo arruina nuestros recursos hídricos, escondiendo la responsabilidad social de gobernantes y administradores. Las viejas Empresas Municipales de Cúcuta, a pesar de haber sido mal manejadas por la clase política local, cumplieron su función referente al acueducto local, hasta llegar a ser insostenible su acción ante la voracidad laboral y politiquera, causante de la forzosa intervención por el Gobierno hasta convertirlas en lo que hoy es, un engendro llamado EIS, cuya manipulación la tiene el alcalde de turno y de la cual nunca la comunidad cucuteña sabe cuáles son sus maniobras internas, después de que el manejo técnico administrativo, fue concesionado.
Todo lo anterior, produce una serie de conclusiones:
1.- Que con el 40 % del agua tratada y suministrada se abastece el ciento por ciento de la población de Cúcuta.
2.- Que el 60 % del agua captada y tratada de los ríos Pamplonita y Zulia se está criminalmente perdiendo. Costos que, lógicamente, asumen los usuarios quién sabe desde cuándo.
3.- Que ese gran porcentaje de pérdidas, expresado en metros cúbicos o en millones de litros, puede abastecer al Área Metropolitana.
4.- Que los actuales dirigentes regionales y locales, que recién empiezan sus períodos, determinen con mucho tino si la gran inversión en el Acueducto Metropolitano vale la pena. Sabemos que el 60 % del agua se va a perder, puesto que el sistema administrativo será el mismo: tratamiento, distribución, redes, fugas, entre otros.
5.- Que el señor Ministro del Interior (Juan Cristo) no nos amenace con el cuento que los recursos apropiados por Ecopetrol pueden perderse o desviarse. Para eso, ministro, usted es el más importante representante de la región ante el Gobierno. Defienda esos recursos y procure que la inversión sea la más eficaz y eficiente.
Todas las anteriores apreciaciones son las que hoy se hace cualquier ciudadano que anda a pié, que vive con un presupuesto moderado, que paga impuestos, que es vecino de alguna barriada y que se queja de los servicios públicos, porque como lo dice la última Encíclica, “son una mercancía”, ofertados y vendidos, estratificadamente.
CIRO A.RAMIREZ D.
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