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La noche del 5 de septiembre de 1993, se convirtió en una de las fechas memorables y gloriosas para el fútbol colombiano. Una hazaña que se gestó en tierras lejanas y desconocidas. Veinte años después, se vive y se recuerda.
La última fecha de eliminatoria para el Mundial de Estados Unidos 1994, enfrentó a las selecciones de Colombia y Argentina. La jornada era decisiva para los cafeteros, que con el empate sellaban la clasificación a la cita mundialista. La albiceleste, subcampeona del mundo en Italia 1990, necesitaba el triunfo para no disputar la doble confrontación por el repechaje ante Australia, representante de la confederación de Oceanía.
El Antonio Vespucio Liberti, o el Monumental de Núñez, templo histórico del fútbol sudamericano, era el escenario elegido para la batalla. Las tribunas albergaron a más de 75.000 espectadores que alentaban a la selección local, con canticos y serpentinas -idea original de los argentinos. La idea era obtener un resultado favorable, pues la derrota lo obligaba a jugar el repechaje.
En primera fila estaba el inhabilitado Diego Armando Maradona, quien con sus gestos demostraba la impotencia por no hacer parte del plantel local dirigido por Alfio ‘Coco’ Basile y parecía advertir lo que sucedería esa noche.
El partido inició y para colmo de los argentinos, en simultánea jugaban en el estadio nacional de Lima, Perú y Paraguay, partido determinante para sus intereses, porque no solo dependían de sí mismos sino que debían esperar el resultado en Lima.
Colombia empezó a callar, literalmente, una a una la boca de los aficionados gauchos con cada gol que convertía. Sorpresa y desilusión que ahondaron con la victoria parcial del seleccionado paraguayo, que eliminaba directamente a los albicelestes.
Seguía el partido. Las lamentaciones y las preocupaciones de los argentinos aumentaban. Veían al seleccionado perder en dos canchas a la vez.
Un marcador impensado, que ni el más optimista de los colombianos ni el más pesimista de los argentinos esperaba, se dio esa fatídica noche del 5 de septiembre. Colombia le propinó la máxima goleada de la historia como local. El categórico 5 por 0 aún resuena en la memoria de los que vivieron esa noche de ensueño, cuando el patriotismo y el orgullo irradiaron en el rostro de los colombianos.
Podríamos decir que el 5 a 0 fue el punto en el que la historia del fútbol colombiano volvió a cambiar. Después de esto las actuaciones de la tricolor en eliminatorias fueron irregulares. Solo asistió al Mundial Francia 1998, donde al igual que en Estados Unidos 94 no pudo superar la primera ronda y la calidad del fútbol se disipó y provocó que el juego de la selección colombiana volviera a ese mundo de sombras y de anonimato que con sacrificio y trabajo había abandonado.
Aunque para muchos el 5-0 fue un hecho nocivo para el fútbol criollo, porque le dio el rótulo de favorito para ganar en Estados Unidos 1994, fue eliminado en primera ronda con una desdibujada participación, que hizo caer la imagen de la selección, es sin duda uno de los logros deportivos más recordados y luchados que se haya podido conocer en todos los tiempos.
Lo cierto es que hoy, muchos de los que tuvieron el privilegio de observar el partido en vivo esa inolvidable noche, los que aprovechan las nuevas tecnologías para revivir los goles de ese juego y los que han escuchado alguna vez del “Colombia 5 – Argentina 0” tienen la satisfacción de saber que se escribió una línea imborrable en la historia del fútbol mundial que muy difícilmente podrá ser superada.
ELIBARDO LEÓN ESTÉVEZ
