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CÚCUTA.- Nieves es una mujer de seis décadas de vida. De todo ese tiempo le ha dedicado al Cúcuta Deportivo más del 80 por ciento. Desde que se acuerda, ha sido hincha del once rojinegro y ha asistido a centenares de partidos en el estadio. El General Santander se ha rociado con sus lágrimas fruto de las alegrías por los triunfos y de las tristezas, resultado de las derrotas.
Los asistentes a la tribuna Occidental, antes Sombra, se acostumbraron a su figura y a su presencia. Los gritos, los ademanes, los insultos y las alabanzas se convirtieron en el aditamento que daba sazón a los encuentros del cuadro fronterizo. La vestimenta característica la distinguió como la dama rojinegra y se ganó el respeto y el aprecio de los aficionados.
Sombrero de tela doblado, blusa roja, falda roja con bordes negros, bandera rojinegra y pantalón negro son los símbolos que exhibe pegada a la barda del segundo piso. Desde ese punto estratégico disfruta o sufre por los resultados en la cancha y hace sentir bien o mal a los compañeros ocasionales de silla. Está siempre de pie y no le importa si tapa la visual de los de los puestos de atrás. Allá ellos, que se las arreglen como puedan para ver las jugadas, los goles y a los jugadores.
Un domingo cualquiera, Nieves no apareció más en el estadio. En Occidental la extrañaron los hombres que la admiraban por el porte deportivo y las mujeres que la respetaban por la figura que representaba. No estaba enferma, buena noticia; solo había tomado la decisión de no volver al General Santander, mala noticia.
La determinación asumida tenías varias causas. Todas justificadas y respetadas. En una bolsa plástica roja, no podía ser de otro color, guardó el sombrero, la falda, la blusa y la bandera. Sin jurarlo, prometió que no volvería a los graderíos y cumplió esa palabra por meses sin término. Hasta que el corazón volvió a latir con pasión rojinegra y se animó a desempacar los pertrechos para regresar a la tribuna.
A Nieves, como a muchos aficionados cucuteños, la ilusión de ver al Cúcuta Deportivo entre los 20 equipos que disputan la Liga del fútbol profesional colombiano la hizo olvidarse de aquellas palabras para soñar de nuevo. Regresó triunfante, con energías, con la sonrisa alegre que solo la dibujan los goles motilones. Desempolvó la bolsa roja y de nuevo se vistió de gala para recibir a los ‘muchachos’.
Los dos primeros partidos los gozó al máximo refundida entre los 70.000 hinchas que llenaron las tribunas del General. Como esos niños, jóvenes y adultos llegados de los cuatro puntos cardinales se fue para la casa y en la noche soñó con la vuelta de equipos grades de Sudamérica a los que el Cúcuta derrotaría en el camino a la conquista de la Copa Libertadores, porque en esta ocasión no se escaparía como ocurrió en junio del 2007 en la Bombonera.
Bedoya, Lazaga, Jiménez y Sosa eran los nuevos ídolos. Momento para olvidar las hazañas de Santín, Viera, Puppo y Verón. Instante ideal para mantener solo en el lejano recuerdo a Verdún, Lóndero, ‘Burrito’ González, Serrano, Retat y Sinisterra. Zapata, Castro, Flórez, Macnelly, ‘Burrito’ Martínez y Blas solo son parte del pasado. El presente estaba listo.
Cómo olvidar la medalla del alcalde Donamaris Ramírez al nuevo salvador motilón, al mesías Augusto Cadena, que a buena hora había llegado a la ciudad para regresar el equipo a la A. Hubo diplomas a diestra y siniestra, los que no tienen ese reconocimiento en casa es porque no vinieron a la ceremonia con carro de Bomberos incluida.
El equipó viajó a Tunja, con los pergaminos colgando de las ventanillas del avión. Pretemporada en Bogotá, empate a dos goles con el mejor equipo de la última temporada, triunfo sobre el encopetado Júnior de Barranquilla. Nadia podía parar a ese cuadro cucuteño que ganaba en elogios salidos desde la capital del país.
Pero llegó la debacle. Dos goleadas consecutivas contra Patriotas y Millonarios, más el empate contra Cortuluá y de nuevo la goleada contra Huila dieron al traste con los buenos pensamientos de los 35.000 aficionados promedio por partido. Las críticas apuntaron hacia la conformación de un equipo para disputar el cuadrangular de la B sin opciones para ganarles a los de la primera división.
Aparecieron nombres de posibles técnicos. Leonel Álvarez y Jorge Luis Bernal se barajaron. El presidente Augusto Cadena ratificó a Suárez. Trascendió el enfrentamiento entre Lazaga y Suárez, salieron los apaga incendios a desmentir. Llegó el encuentro contra Deportivo Cali y la afición no se entusiasmó. A mitad de semana, Donamaris y Cadena rompieron cobijas y se acabó la luna de miel.
De nada sirvieron la medalla al honor cívico, las promesas de condonación de deudas, las rebajas en impuestos, el patrocinio en la camiseta, las vallas en el estadio, las pancartas en Oriental y las visitas constantes del Alcalde al General Santander. Se terminó el matrimonio y ‘los hijos’ son los que sufren con la ruptura.
El resultado adverso contra Deportivo Cali (2-4) rebosó al copa de Nieves y antes de terminar el encuentro se quitó la blusa y la falda, y junto con la bandera doblada a las carreras las guardó con rabia en la bolsa roja. Desde Sur sonó el coro: ‘Profe, profe Suárez, esta banda ya no te quiere más’. Es la sentencia a un ciclo.
La respuesta la dio el estratega en un altercado menor con hinchas, a la salida del estadio. Un joven increpó a Suárez y solo le dijo: ‘Adiós, profe, gracias’. El técnico se volteó y con la voz maltratada por los gritos durante el partido respondió: ‘Ustedes estuvieron 11 años en la B’. Siguió camino a casa. Nieves también regresó a casa. Seguro soñó que Suárez no es más el entrenador del cuadro motilón.
RAFAEL ANTONIO PABÓN
Foto: www.contraluzcucuta.co
