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Reflexión de voto

Una vez más, el gremio magisterial está concitando a elecciones. Elegirán delegados a la junta nacional de Fecode y, como siempre, empiezan los candidatos amañados con sus monsergas a la usanza de los clérigos ‘rojaspinillistas’ de las épocas pasadas, diciendo   cómo, cuándo, a qué hora y por quién se debe votar.

Suena extraña esta realidad frente a lo que  debiera ser en verdad la elección sindical. Es increíble que a esta altura de la civilización sobrevivan estos modelos de democracia lábil y por demás desvergonzada, que admite a estos especímenes dentro de su desarrollo. Para nadie es un secreto que los sindicatos y, en especial, el regional o criollo, se haya vuelto una especie de club privado, en donde se tiene como fachada una falsa libertad de opinión y un falaz sentido de servicio, porque allí no concurren ni son elegidos los verdaderos servidores públicos. Allí se elige a personas que solo buscan su acomodo, aunado a una colección de prebendas que francamente erizan la piel de la dignidad.

El tiempo es el padre de toda cultura y sociedad, y solo éste mide en su dimensión a los hombres, por ello, esa inmensa sentencia filosófica que expone: “Los hombres pasan, las instituciones quedan”, pero vaya sorpresa, aquí en nuestra tierra, que fuera flor de la libertad, fueron capaces, estos amañados, de subvertir el orden semántico de la sabia premisa, porque aquí se quedaron ellos y lo que pasó fue la institución.

Todo aquel que pretende perpetuarse en cualquier poder no es más que un amañado, un egocéntrico o un vivo que sabe a las claras por qué se queda y por qué se hace elegir. De tal manera que ante esta realidad solo queda invitar a reflexionar el voto para hacer un alto en el camino y decir no más, basta de calcar esa práctica infecta de la vulgar política nacional con la que los partidos tradicionales y algunos recién amasados, desde los púlpitos y los cuarteles, desde los mal llamados recintos sagrados de la patria y desde las plazas públicas hundieron al país en una tormentosa ola de malas horas que aún se reflejan en la injusticia social, la mala salud y la educación.

Duele saberlo y punza decirlo, pero parece que nosotros los educadores, los maestros que somos la conciencia pensante del país, hubiéramos heredado esos púlpitos con sonrisa y monserga  incluidas, y nos vanagloriáramos de ser demócratas sabiendo que esta  doncella griega hace mucho tiempo se dejó prostituir por quienes a su nombre han hecho y deshecho con la buena voluntad y la rectitud de electoras y electores, entre los que habrá, naturalmente, un séquito de serviles que reciben las migas que la ambición y el desparpajo de los elegidos les dejan caer entre la boca abierta, como si sufrieran la enfermedad de la idiocia electorera.

Pero hay quienes son independientes y libres, honor a ellos, mujeres y hombres correctos y servidores de causas nobles y comunes. Por ello es que se debe hacer efectivo el voto, acompañado de confianza, de proyección, de civilidad, para permitir que se sane la maltrecha democracia y las nuevas generaciones terminen abominando esas prácticas horrendas de la seudopolítica nacional y no hereden nuestros hijos y nietos esa desesperanza que cubre a quienes hemos descubierto el acertijo del juego maligno propuesto en el interior de la agremiación sindical.

La razón de mi mensaje no está lejos, dirija su mirada al frente y encontrará incertidumbre con la privatización de la educación, a su derecha la desesperanza de los salarios, a su izquierda el enrarecido aire de la democracia, atrás la salud vapuleada, abajo la calidad y los recursos, entonces ¿en 30 años, para tomar el último corte de cuentas, que llevan ‘asentados’,  qué han hecho estos amañados dirigentes sindicales? ¿Habrá llegado la hora de permitir a la gente nueva comenzar un modelo de servicio, política y gestión? ¿Será tiempo de permitir que ideas jóvenes y renovadas dirijan sindicalmente el gremio? O por el contrario, como en el famoso stand comedy,  dejamos así ¡Uno se pregunta ¡

CARLOS LUIS IBÁÑEZ

El Lorosaurio

carlosluisibaez@yahoo.com

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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