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Kiara Molinares. Grandes sacrificios, para grandes triunfos.

Todo comenzó con un sueño. Desde que entré a la pubertad mi madre siempre quiso que participara en un certamen de belleza, pero nunca desee esto para mí. Tras vivir el desastre natural del 2010 en Gramalote, suceso que marcó mí vida y dejó un gran vacío, llegué a Bóchamela.

Este municipio me acogió como a su hija, con amor. Terminé los estudios básicos secundarios en la institución educativa Andrés Bello. Un grupo de docentes  que hace parte del comité organizador de las ferias  me  llamaron para  que participara en el concurso de Señorita Bochalema. La propuesta me costó aceptarla. Mi madre me convenció, siempre logra hacerlo. El certamen se  oficializó el 17 de agosto del 2012 y ese día fui nombrada ‘Embajadora del turismo’ del municipio.

Desde ese momento inicié la preparación física, moral e intelectual. Afronté meses de sacrificios y trasnochos, pues tenía que distribuir mi tiempo para no descuidar los estudios.

La XXXV versión del Reinado Departamental del Turismo se llevó a cabo los primeros días de enero del 2013, Bochalema. Con dedicación, esfuerzo, belleza y talento sobresalí en cada presentación y obtuve el título de Reina Departamental del Turismo – Norte de Santander 2013-2014.

Desde ese entonces tuve el honor de ser embajadora del turismo del departamento. Pero aquí no termina todo. Teniendo esta gran responsabilidad seguí con mi preparación para el nacional. Desperté gran interés por conocer más esta región, participé en foros de turismo, viajé  por el departamento y aprendí sobre diferentes culturas y costumbres de los municipios.

Gracias a este reinado aprecié las tradiciones, la cultura y el patrimonio de Norte de Santander. Este territorio se extiende en medio de la frontera y me  enorgullece ser de aquí, por ser una de las regiones por donde los pasos de los héroes de la independencia se sintieron fuerte.

Cuando se abrieron las inscripciones para el reinado nacional, despertó en mí una gran preocupación pues no contaba con suficiente capital para cubrir los gatos que representaba el certamen. Empecé a tocar y a tocar puertas en las entidades departamentales, pero nunca se abrió una.

Por un momento pensé que no sería posible participar. Gracias a Dios  se encendió la luz. Mis padres me dieron su apoyo incondicional. Aunque muchos pensamos que esta vida de reinados es  sencilla y vacía, me permito decirles que no lo es. Tuve que soportar humillaciones, estafas y calumnias. Nada sencillo como lo llegué a pensar alguna vez, pero de los grandes sacrificios siempre se obtienen grandes triunfos.

Me inscribí en el certamen y solo quedaba esperar una llamada en la que  me dirían si me aceptaban o no en el concurso. Al pasar una semana me desilusioné pues no me llamaron. Justo en ese momento recibí la llamada. “Bienvenida, Señorita Norte de Santander, al Reinado Nacional del Turismo”. Nunca olvidaré esas palabras porque me sacaron de la angustia y me hicieron feliz.

Comenzó la búsqueda de trajes. En los ensayos de la muestra folclórica se presentaron inconvenientes con el preparador. Solía humillarme. Por un momento quise dejar todo a un lado, pero era una responsabilidad que había adquirido y tenía que cumplirla. El certamen se acercaba y tuve una recaída sicológica. Las presiones y las humillaciones me llevaron a la desesperación. Solo mi familia tuvo conocimiento de esto. Con terapia y ayuda de Dios puede recuperarme.

Empaqué el equipaje lleno de entusiasmo y de sueños. Emprendí viaje el 7 de octubre, con alegría. Sabía que al llegar me esperaba una semana de aventuras. En el aeropuerto de Bogotá me esperaban mi madre y los organizadores del evento.  Fui la última en llegar. Desde ese momento simpaticé con candidatas, estilistas y organizadores.

Compartí mi habitación con la representante de Putumayo. Al principio pensé que era amargada. Empecé a conocerla y noté que no. Tuvimos varias sesiones fotográficas el primer día y nos fuimos a descansar tarde.

El segundo día, inicié cargada de energía. Fue el lanzamiento del certamen ante los medios de comunicación. Durante estos días descansamos poco. La jornada iniciaba a las 4:00 de la mañana y terminaba a las 1:00 o 2:00 de la madrugada. Me costó mucho despertar temprano puesto que casi no dormía.

Tercer día. En este día el inicio fue igual. Despertamos a las 4:00 de la mañana para pasar a maquillaje y peinado. Encontré a un estilista agradable y se encargo de mí durante todos estos días. Visitamos la Gobernación de Cundinamarca y luego viajamos a Girardot, sede del Reinado Nacional del Turismo. Al son de la papayera, el Alcalde, los medios de comunicación y los girardoteños nos recibieron con alegría. En el parque Simón Bolívar nos entregaron las llaves de la ciudad.

Cuarto día. Visitamos a ancianos y niños enfermos. Por su amor y dulzura me enamoré de ellos. En la noche tuvimos la fiesta de gala blanca.

Cada día estaba lleno de ocupaciones. Despertaba con el orgullo de representar a mi departamento y no hay algo que me llenara de tanto honor como cuando escuchaba: “Norte de Santander”. Ese fue mi nombre por una semana. Qué dicha se siente que te llamen por el nombre del lugar que tanto amas.

Quinto día. Paseo náutico por  el majestuoso río Magdalena. El recorrido fue lleno de alegría. Al desembarcar de la ballenera visitamos varias empresas locales. En el hotel ensayé la muestra folclórica y me arreglé para la primera presentación ante los jurados.

Nos llevaron al estadio Luis Antonio Duque. A mi grupo de nueve candidatas nos hicieron esperar hasta las 3:00 de la mañana. Cuando llegó la hora de presentarnos, el jurado no nos dejó hacerlo. Cabizbajas regresamos al hotel. El esfuerzo había resultado en vano.

Sexto día. Mañana y tarde llenas de sabor, música y colores. El día de la gran parada o desfile de carrozas inició al medio día y se prolongó hasta las 4:30 de la tarde. Me sentí feliz. Durante todo el recorrido el público gritaba: “Norte, tú eres la reina” y “Esa es”. Al terminar nos preparamos para la presentación en traje de baño. Se llevo a cabo con total éxito.

Séptimo día. Entrevista con los jurados y desayuno. En realidad me sentí segura desde que desperté. Sabía que me iría bien. Al llegar el momento quise ser amable con el jurado. Ellos se mostraron déspotas. No cambié mi actitud. Me preguntaron sobre Norte de Santander y hablé hasta que dijeron terminó la entrevista. Faltó mucho por decir. El tiempo fue corto. Exalté la riqueza cultural y ecológica del departamento.

Ese día descansé después de almuerzo. El momento que anhelaba se aproximaba. Ansiosa y segura de que mi participación había sido impecable, hice la pasarela despampanante bajo la lluvia.

En el momento que iban a decir las finalistas estaba nerviosa. Cuando no escuché nombrar al departamento me llené de nostalgia. Bajé de la tarima desilusionada, aunque con la satisfacción de haber hecho todo bien.

De esta experiencia me queda que no siempre se obtiene un título o un premio. Lo que se gana es más que eso, experiencia. Gracias a este concurso conocí del departamento y de Colombia eso que desconocía por no fijar mi mirada hacia lo que realmente vale la pena, como nuestras raíces, de qué estamos hechos y qué realmente somos.

Qué honor ser la embajadora del turismo nortesantandereana. Esto no termina aquí. Falta por mostrar que Norte de Santander puede ser en el país y el mundo un gran destino turístico. Ahora es cuando inicia mi vida. Tendré que seguir con mi preparación intelectual para obtener grandes triunfos.

KIARA ROCIO MOLINARES COVILLA

Estudiante de comunicación social

Universidad de Villa del Rosario

Campus de Villa del Rosario

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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