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Hola Jackson Follman, le escribo desde Cúcuta, ciudad que este año también se quedó sin equipo de fútbol, aunque por otras circunstancias que no van al caso comentarlas. Luego, alguien le contará los pormenores y sentirá pesar por nosotros.
Le escribo esta carta, porque me siento identificado con la humildad y el esfuerzo con que sus compañeros afrontaron la Copa Sudamérica y se hicieron conocer en Latinoamérica antes del accidente. Hoy, son campeones, absolutamente nada fue regalado y todo ha sido un sacrificio reconocido en el mundo futbolístico.
Chapecoense clasificó a esta competencia con incertidumbre. Llegó sin el mínimo papel de protagonista, era solo un equipo más, que a muchos nos pareció ‘el comodín de los llamados grandes’.
Para los catedráticos, la posición más difícil es la del portero. Ahí es donde usted ha desarrollado la carrera profesional. Admiro la madurez con la cual tomó la decisión de escoger entre la pierna derecha y la vida. Ni el desafortunado hecho podrá ubicarlo fuera de las canchas de fútbol.
Se esperaba una final y dos partidos extremadamente competitivos. En honor al futbol brasileño, su equipo se veía con la tónica de luchar hasta el pitido final. Eliminaron a clubes con renombre en el continente, como San Lorenzo (Argentina) y Junior (Colombia).
Ahora, existen serias intenciones de los futbolistas de alto rodaje Ronaldinho Gaúcho, Kaká, David Villa y Juan Román Riquelme por vestir la camiseta verde de los chapecos. Hace pocos días Eidur Gudjohnsen tuiteó “Con todo el respeto, me gustaría jugar en el Chapecoense, si tienen un sitio para mí. Y si no, aunque sea por jugar al lado de Ronaldinho”.
En las últimas horas nos enviaste un mensaje “Hola, chicos. Estoy aquí para enviar un abrazo a todos allí. Quiero decirles que estoy bien y que voy a salir rápido de esta. ¿Ok? Todos deben estar tranquilos por mí ¿de acuerdo? De esta voy a salir rápido. ¡Vale, abrazo!”.
Ahora, queremos que nos escuches, Follman. No podemos decirte que estamos bien. Por fin entendemos que la división política de Sudamérica no puede separar el dolor de los pueblos. Hoy, existen menos colegas, hermanos y amigos en las canchas de fútbol, porque subieron a ese avión.
Esperamos ver al Chapecoense con la gallardía que le conocimos en estos cruces con equipos favoritos y que lo convirtió en la revelación de la Copa. Ahora tienen más hinchada que nunca y una familia mundial. ¡Ánimo, Jackson! En Cúcuta también somos Chapecoense.
ISMAEL CAICEDO
Foto: Globovisión
