Buen gobierno es la conjugación perfecta, o casi, de los intereses privados y la ejecución pública, de acciones que satisfagan las necesidades prioritarias de las comunidades, pero, además, es el más fidedigno intérprete de sus gobernados, el analista más objetivo, el decisor más acertado y el ejecutor más juicioso de los sagrados dineros públicos, que no son de nadie más que del pueblo.
Poner el tema del Buen Gobierno como contenido de actualidad nacional y regional, no solo debe ser una obligación, sino una necesidad, una necesidad que conlleva responsabilidad social y que tiene que ser abanderada por los medios de comunicación.
Hablar del tema con criterio y sobre la base del Bien Común, necesariamente entregará herramientas invaluables a los electores para que decidan con claridad y con conocimiento sobre el Buen Gobierno que regirá sus destinos durante cuatro años más.
Un Buen Gobierno trae progreso, inversión, satisfacción, seguridad, trabajo, paz y prosperidad. Un mal gobierno, todo lo contrario. Si lo uno es la antítesis del otro, es absolutamente necesaria la comparación por odiosa que sea para evaluar el momento actual que vive cada región.
Pero antes de hacerla es importante tener claro, por lo menos, cuáles son las bases de una evaluación que determine el Buen Gobierno que queremos para nuestro departamento o para nuestra alcaldía:
Participación / Legalidad / Transparencia / Responsabilidad / Consenso / Equidad / Eficacia y Eficiencia / Sensibilidad, son las ocho (8) características mínimas que requiere un Buen Gobierno para poder hacer un Buen Gobierno.
Hoy, eso que se consiguió con esfuerzo, dedicación y trasparencia es una realidad adversa, triste y a la sombra, y con un horizonte negro que requiere de un viraje serio, de un cambio profundo que solo un Buen Gobierno puede lograr.
Ahora, la pregunta es ¿a qué futuro le apuestan los Nortesantandereanos? ¿Con cuáles ejecutorias se identifican? Progreso y trasparencia contra politiquería y corrupción. Ese es el dilema.
CAMILO JOSÉ GÓMEZ BENAVIDES
– Periodista