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HERNANDO HERRERA. El reportero que se enamoró de la cruel realidad (Q.E.P.D.)

(Entrevista concedida a mitad de año a Nahara Castro – estudiante de Comunicación Social de Unipamplona)

La tensión envolvió la atmósfera de Bogotá, cuando el 19 de abril el M-19 tomó la embajada de la Republica Dominicana. Eran las 12:00 del día, y en la recepción que se ofrecía en aquel lugar uno de los invitados sacó una pistola con la que en cuestión de segundos disparó al aire y anunció que se trataba de un “asalto”.

Entre la multitud de periodistas y reporteros que cubrían los hechos, estaba Hernando Herrera, enviado desde Cúcuta por La Opinión. El fotógrafo  gastó esfuerzos para capturar la mejor imagen y la tenacidad le otorgó lo deseado. No sólo ocurrió en esa ocasión, sino en cada oportunidad en la que la única opción era persistir.

El sol calienta los tejados del barrio Sevilla. El calor es tedioso y en la casa el ventilador negro esparce el aire por  la sala blanca, adornada con sillones coloridos. Ahí está Herrera, después de 34 años de haber vivido la ‘Operación Libertad y Democracia’.  La nostalgia se asoma en la mirada al compartir la historia que marcó su vida.

Hernando comenzó la carrera en La Opinión, a los 17 años. El periódico cucuteño también  se encontraba en los inicios. Por ser el único reportero gráfico del medio, tomó el reto de cumplir dos trabajos.  Su vida se vio comprometida con cada noticia que debía cubrir.

Viste camisa roja con rayas blancas, que desentona con el amarillo chillón del sofá. El índice derecho se posa debajo de la nariz cada que cuenta una anécdota. Un bastón de cobre permanece a su lado, como si esperara a ser usado en algún momento. En ocasiones, Hernando acomoda la postura, debido a que la artrosis le impide mantenerse quieto.

Los horarios de trabajo no estaban establecidos. A las 4:00 de la mañana, el reportero alistaba el arma y compañera, en ese entonces una cámara de rollo que colgaba al cuello y con la que se disponía para la acción. El trabajo era fuerte y despiadado. La competencia marcada por el Diario de la Frontera le exigía ser responsable. “Para ser buen periodista se necesita compromiso, esfuerzo. Los jóvenes de esta generación lo quieren todo fácil”, dijo Hernando, con sus convicciones claras.

En una noche fría decidió dormir en el Parque Lineal con el objetivo de obtener la noticia del desalojo de los vendedores ambulantes del mercado La Sexta. El estómago le gritaba por comida y el cuerpo por abrigo. Una vez más, la determinación lo llevó a esperar hasta las 4:30 de la mañana, cuando 300 agentes de la policía irrumpieron en la zona. Gases lacrimógenos invadieron el ambiente del mercado, mientras el reportero batallaba contra el humo y la desesperación para lograr las fotos. Al final, 107 vendedores ambulantes capturados en la operación relámpago. Hernando obtuvo solo unas cuantas fotografías.

Las amenazas contra su vida eran frecuentes. Se dedicaba a la sección judicial por lo que requirió formar un carácter fuerte y rígido para soportar  accidentes, muertos y eventualidades. El accidente del bus en Peñas Blancas, que dejó 20 muertos, no le fue ajeno. Ese día, a pesar de que se encontraba enfermo, tuvo que cubrir el suceso. Con ayuda de los bomberos bajó con una soga por el precipicio. En esos momentos una tormenta  impedía la visibilidad y Herrera colgaba a cientos de metros del suelo. Los muertos eran los protagonistas de las fotos.

Unos cuantos suspiros se le escaparon del pecho al recordar el viaje en helicóptero a La Gabarra y Juan Frío. Los pasajeros eran 12 cadáveres de hombres víctimas de la violencia. Las charlas con los jefes paramilitares eran frecuentes. Se entrevistó con el comandante del frente 33 de las Farc. Era inevitable frenar el miedo, pero la prudencia que lo caracteriza, lo hacía confiable.

Aunque contaba con apoyo, en muchas ocasiones, de la policía, su vida estuvo en peligro.  Al cubrir un allanamiento, a las 8:00 de la noche, en la avenida octava, los criminales volteaban carros y les prendían fuego. El reportero se escondió tras unos muros, pero lo descubrieron e intentaron estrangularlo. Hernando temía por su vida. Forzar la situación no era la alternativa. Entregó el rollo con las fotos y lo soltaron.

Después de ese suceso, Eustorgio Colmenares, director de La Opinión, le repuso la cámara, destrozada esa noche. Con valentía, Hernando Herrera emprendió al siguiente día el recorrido a pie por el DAS, la avenida Octava, hasta encontrar la noticia. “No se puede llegar al periódico sin nada”. Así que la labor era ardua.

Las burbujas de la gaseosa suben a la superficie. La conversación se torna interesante. El poco pelo que le queda a Hernando Herrera y la piel cuarteada, seca, muestran los años de experiencia que carga a cuestas. La diálisis y las inyecciones lo mantienen débil, aunque no lo suficiente como para no hablar de su vida.

Un diente amarillo se asoma. Hernando habla de los principios necesarios para ser excelente periodista. Primero, la responsabilidad como valor esencial para alcanzar la confianza. Cuando vino la Madre Teresa de Calcuta a Cúcuta Herrera fue el único reportero gráfico que cubrió el hecho. El Tiempo y La Nación (San Cristóbal) lo solicitaron para comprarle las fotos. Por venderlas recibió el llamado de atención y el reclamo por la fidelidad y LA seriedad. Segundo principio que aprendió “a las patadas”. Tercero, darse a la gente. El periodista debe ser empático y amable para dejar las puertas abiertas, tal como lo hizo Hernando Herrera para sus hijos. Cristian Herrera, el menor de la familia, es reportero.

El fotógrafo recordado por muchos se retiró de La Opinión, en noviembre del 2012.

NARARA CASTRO BARRETO

Estudiante de Comunicación Social

Universidad de Pamplona

Campus de Villa del Rosario

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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2 comentarios

  1. Que pesar por la muerte de Hernando…pese a su figura seria y “cari bravo” se escondia un ser muy amable, con una gran humidad ,mamagallista y gran amigo.

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