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Uno de los temas que se han ido diluyendo en la agenda nacional es el cuestionado proyecto de legalización de la marihuana para uso medicinal. El senador del Partido Liberal, Juan Manuel Galán, propone crear un marco para la regulación del cannabis en territorio colombiano, con fines terapéuticos, medicinales o científicos.
Galán asegura que van a apoyar este debate, porque el Partido Liberal tiene que promover las ideas libertarias y progresistas. El Ministerio de Salud reconoció hace poco que “La marihuana tiene efectos adversos sobre la salud. Pero, también, puede tener efectos positivos. Esta coincidencia implica la necesidad de un debate público ingente, de una información adecuada y de una regulación por parte del Estado”.
En nuestro país el debate sobre la marihuana aún está ‘verde’, hay sectores políticos que se muestran reacios a la posibilidad de que el proyecto consiga el aval del congreso y se convierta en ley. Dentro de este grupo se encuentran los rostros representativos de la derecha en el país.
Pero más que ponerle un color a este proyecto de ley, es importante que el colombiano del común, aquel ciudadano que será realmente afectado por la medida, comprenda que no se habla de legalización, sino de cannabis medicinal y de regulación. Hablamos de regulación, porque la legalización es un término asociado a la permisividad.
En Estados Unidos, país que ha liderado y promovido el prohibicionismo como arma principal de la lucha contra la droga, hay 23 estados donde el consumo de cannabis es aceptado con fines terapéuticos. En Washington, Colorado, California, Maine, Masachusets y Nevada se ha permitido el uso recreativo, medida aprobada en una votación en las últimas elecciones presidenciales.
El mercado de la marihuana legal en Estados Unidos alcanzó ganancias de 9000 millones de dólares, en 2016, un incremento de 30 % en comparación con el 2015, según un reporte de ArcViewMarketResearch. Para 2021, las ganancias podrían alcanzar los 20.000 millones de dólares.
El uso médico es legal en Austria, Bélgica, Canadá, República Checa, Finlandia, Israel, Países Bajos, España, Reino Unido y Uruguay. El país charrúa se convirtió, en el 2013, en el primero de América Latina en legalizar el consumo del cannabis de manera amplia.
Los antecedentes existen y las experiencias en estos países han traído beneficios con la disminución de arrestos por tráfico de narcóticos, de la producción por parte de grupos ilícitos y también en el índice de accidentes y multas de tránsito asociadas al consumo de marihuana.
El senador Galán habló en la ponencia del proyecto, sobre permitir el cultivo de marihuana a quienes lo hagan con fines medicinales, pues actualmente se penaliza a aquel que cultive 20 plantas o más. El hijo de quizás el último gran rostro liberal en la política colombiana, le abona sus fichas a este tipo de leyes, ideológicamente asociadas con su partido, pero alejadas de los principios actuales.
El movimiento político detrás de la legalización del cannabis puede ser de un rotundo éxito o un estrepitoso fracaso. El capital que hay detrás de la comercialización de esta planta convierte el proyecto de ley en una bandera de batalla, que ondea, por el momento, en la esquina roja del panorama político nacional.La disposición de los candidatos a las elecciones del próximo año a impulsar y seguir la estela de proyectos de ley tales como el del cannabis se muestra fundamental para posicionarlos mejor en el tablero.
La Corte Constitucional ha tomado decisiones trascendentales y simbólicas este año. La tendencia liberal y humanista de la carta magna ha permitido que proyectos de ley que hace ocho años eran imposibles de imaginar, hoy lleguen a instancias definitivas.
El impulso de esta entidad judicial debe ir acompañado de políticas inclusivas que permitan que tanto las minorías de beneficiados como las partes en desacuerdo puedan convivir en el mismo marco social. Colombia puede dar ese vuelco hacia una cultura más “abierta” y en la cual los ciudadanos tengan mayor libertad de decisión.
Los diferentes aspectos que definen una determinación como la de este proyecto de ley, demuestran que vivimos en una Colombia multicolor, con diferentes tonos políticos, sociales y económicos, todos partícipes de las decisiones trascendentales del país.
Sin importar quién lleve la bandera del proyecto, la legalización es un movimiento no solo judicial, va a afectar mucho la parte social y cultural de la ciudadanía. Los tabús del país se empiezan a derrumbar con cada discurso, y apoyo de los senadores.
El impulso de la Corte Constitucional ha permitido que Colombia tome un nuevo rumbo, que estemos más cerca de la nación utópica que imaginaba el general Santander, y lejos del país opresor de la época del general Rojas Pinilla.
DANIEL VILLÁN
Foto: ngenespanol.com
