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A la espera de campanazos de unión

1.- La sociedad ubicada en un determinado espacio, que se rige por normas y regulaciones previamente establecidas y que posee un ritmo de vida, que se orienta y guía por los anhelos y tradiciones que le son inherentes y por ello  características de su manera de ser, no puede ser insular, distante o alejada y menos indiferente, de cuanto ocurra en su interior y en su entorno.

Por eso y porque la situación se  agiganta ante la ausencia de una actitud y conducta que aglutine y forje una unidad colectiva, lo que acontece en El Catatumbo y que repercute en la región, con implicaciones nacionales, exige una pronta coordinación de empeños y una auténtica unidad de sentimientos y esperanzas.

Así como El Catatumbo no puede estar solo en la solución de sus perspectivas, tampoco la gente de la región y del concierto nacional puede ser omisa y pasiva en lo que se defina y concrete.

2.- Y es conveniente hacer énfasis en lo advertido, porque Colombia  busca la paz y el acuerdo contra la no violencia, que permita una convivencia pacífica y un desenvolvimiento natural, para enfrentar tanto los retos presenciales de su desarrollo, como las ansias de un mejor futuro para todos los que son parte esencial de su vivencia.

Por lo anterior, todo miembro copartícipe y actuante en esta esquina de la república debe permanecer atento y dispuesto a ser solidario en las soluciones que se aprueben y adopten por quienes propenden por un mejor vivir  y accionar, en  esa tierra, que ha sido azotada por el  olvido, el desorden y la avaricia de quienes solo tienen en cuenta la noción de lo individual o de grupo, pero sin valorar la importancia de lo colectivo y de la labor mancomunada y progresista.

3.- Sí, debe levantarse una sola voz de unidad, solidaridad y compañía, en la búsqueda de la paz y el beneficio general, para que hasta el Faro del Catatumbo ilumine y otorgue luces armoniosas para todos los que laboran en provecho del entendimiento y desarrollo de la humanidad.

Entre nosotros hay un gran porvenir, siempre y cuando podamos superar el letargo de muchos años y trabajemos en equipo y mantengamos firme y constante  la decisión de acertar y llegar, integrando nuestros propósitos en planes, programes y proyectos que consulten el auténtico  interés que nos define e integra.

¡Quiera Dios que suenen campanazos que produzcan la unión y el entusiasmo! ¡Sí, porque lo que ocurra en El Catatumbo repercutirá hacia dentro y hacia afuera¡ ¿Por qué? Porque no somos una línea divisoria, sino una parte de un gran conjunto.

JOSÉ NEIRA REY

jneirarey@hotmail.com

Notas al margen

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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