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¿No creen que sí hay brujas y espantos? ¡Que vivan las máscaras del país!

ACTUALIDAD. Noche de haloween en Palacio

Se acercaba el 31 de octubre y todo estaba dispuesto para definir los disfraces de los invitados. Se acercó hacia el sillón principal el diseñador encargado de confeccionar el vestuario de cada uno de ellos y se dio a la tarea de entregarlos de acuerdo con las condiciones previstas.

El primer disfraz, de paloma, le fue entregado al jefe, quien con gran satisfacción comento:

“Es ideal para lucirlo este 31, porque desde el exterior han considerado mi labor como una acción de beneficio para el país y vale la pena sacrificarme estrenándolo en esta fecha”.

Ante este hecho saltó ofuscada una dama quien recriminó a los presentes y expresó:

“¡Un momento! ¡Ese ni de fundas se le puede entregar a este señor! ¡Me pertenece por nombre y ancestro! Recuerden que soy nieta de uno de los más ilustres hijos del Cauca y apoyada en su recuerdo me he propuesto dividir esta tierra para apartarnos de la chusma”.

Sin librar esta batalla, el confeccionista llamó a otro de los invitados y le entregó el vestido de conejo para que se lo hiciera llegar a quien fuera ministro de Agricultura, pero que como no sabía si estaba en el agro o había ingresado al seguro, debió encargar  un Obdomicilio.

El domiciliario al ver el  encargo a su responsabilidad replicó:

“¿Y para mí qué hay?”

El experto maestro de la confección respondió:

“Para usted, señor, tengo el mejor de los disfraces. Es precisamente el de payaso”.

“¿Y por qué payaso?”. Preguntó molesto.

“Es muy sencillo. Recuerde que sus apariciones en público siempre causan risa, puesto que usted hace parte de ese grupo de políticos de poca pulcritud que se sentaban con los carteles y luego pasaron a formar parte de su fantasía: la de salvadores de la patria. ¿No lo recuerda, acaso?

El hombre, un tanto irritado, se apuntó los lentes y en un suspiro angustiante decidió callar para disfrutar la fiesta.

Llegado el momento, el encargado llamó a quien representaría al Conde Drácula. Sería para un personaje que hacía poco ostentaba uno de los cargos más significativos del país, pero que dada sus ínfulas de pureza la furia de la ley lo despojó. El aludido al observar el disfraz seleccionado se ofuscó y en una réplica de sermón dominical propuso:

“¿Por qué entregarme a mí este vestuario, si lo único que he hecho es defender la patria?”.

Ante esta posición el organizador de la fiesta le objetó:

“¡Claro que se lo merece! Usted, sin medida, quiso extraer la sangre de los opositores a su pensamiento para engullírselos y luego descalificarlos como miembros de un congreso en el que cada día debilitan más la democracia. ¿O….no lo recuerda?”.

El santificado personaje, con cara de sacristán regañado, tomó la vestimenta y pidió que para olvidar el desdén,  le complacieran con la ‘Llorona loca’.

Pasaba el tiempo y la distribución de disfraces se hacía más interesante. En ese momento llegó una señora, con cara de fusil necesitado de disparar, y pidió que como pertenecía a una de las familias más cabales del país, se le entregara el vestido de general para ordenar a sus soldados disparar a diestra y siniestra para acabar con el mal.

El experto confeccionista protestó, manifestándole que ella tenía definido el vestuario. Le entregó el de una pequeña anaconda que se acomodaría a su afán de estrujar la patria boba. Ante esto, abrumada por el cambio estalló en llanto y con furia reclamó: “¿Y mi veneno, mi veneno?”.

El experto, sin temores, respondió: “Tranquilidad señora, lo traes incorporado”.

Se entregaban disfraces y disfraces sin que se llamara al jefe de las contradicciones. De pronto saltó a la vista el ayudante del confeccionista y jubiloso gritaba: “¡Encontré el mejor, encontré el mejor!”.

Sacó de una bolsa un vestido extraño con varias mangas y se dispuso a llevarlo a casa, pero el jefe lo censuró diciendo:

“¡Ese disfraz es para el jefe de las contradicciones! Es para Alvarito”. Alvarito, acalorado por la ira al ver dibujado en el vestido un alacrán, fustigó al confeccionista y en una manifestación iracunda le advirtió:

“¡Si ese es mi disfraz no participo en la fiesta! O si no ¡le parto la cara  mariconsuelo!”.

En medio de la gresca, salió la orquesta de los acusados, que sin cantar, se apoyaron en notas de cumbias para prender la fiesta. Los participantes bailaron y bebieron mientras en el templo de las leyes le aplicaban al pueblo la reforma tributaria.

¿No creen que sí hay brujas y espantos? ¡Que vivan las máscaras del país!

ADDENDA: “La mezquindad es la madre de todos los males y base para la destrucción de los valores” F.C.C. (D.R.A.)

FERNANDO CAÑAS CAMARGO.

Foto: Presidencia de la República

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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