Corre la tarde calurosa como de costumbre, en la Villa del Rosario. De la puerta de la casa hay que caminar por un largo pasillo hasta el patio para admirar las obras, que aguardan regadas en el piso. Parecen juguetes olvidados por niños.
Un sonido retumbó en el solar. Una gallina escapaba a ser la víctima de ese domingo. José Alfredo Medina Jaimes la correteaba para capturarla y hacerla parte del alimento de ese día. El artista nació en Cúcuta, hace 51 años, el 26 de julio de 1965, es el mayor de ocho hermanos criados en el Área Metropolitana. El agricultor José Medina es su padre y María Jaimes, su madre.
En la infancia destacó por ser el protector de los hermanos en el colegio. Sus pensamientos sobre el estudio no eran los más amplios, pero sobresalió sobre los demás en dibujo. Los compañeros pagaban con arepas y pasteles los trabajos. Así trascurrió la vida escolar.
La felicidad se refleja en el rostro al rememorar el momento en el que un desconocido se le acercó y le dijo, “Oiga, usted es bueno para el dibujo” y le insinuó que estudiara artes. Alfredo no lo pensó dos veces y en 1989 estaba inscrito en la Escuela de Bellas Artes de Norte de Santander.
En la larga carrera hacía el titulo tuvo momentos impresionantes. El Banco de la República, en 1995, organizó el salón para que los artistas cucuteños mostraran sus trabajos. En ese momento superó a cinco maestros con la obra ‘El rostro de Jesucristo’, valuada en $5,0 millones.
En el pensamiento siempre están los maestros Elena Merchán, María Teresa Hincapié y Emiliano Villamizar, hijo de ‘Toto’ Villamizar, artista reconocido en Norte de Santander.
El taller es su casa. En el patio amplio fluyen los pensamientos para las obras. Alfredo se define en una palabra, espontáneo, porque así le surgen las ideas y las deja fluir hasta llegar a las arrugadas manos que logran materializarlas.
“Los rostros y sus expresiones reflejan cómo el ser humano lleva la vida, si está mal, si le va bien”. Le fascina pintar y esculpir rostros en diferentes materiales, como su obra ‘Perfiles’, expuesta en una de las paredes y que terminó en el 2015. Se siente en un lugar mágico y se transporta a un ambiente místico. Luego, las ideas se reflejan en las esculturas.
La Escuela de Bellas Artes lo condecoró al finalizar los estudios. Orgulloso muestra la tarjeta profesional en artes plásticas 2054, expedida por el Ministerio de Educación, en 1998. Pero la vida da muchas vueltas, más de las que se piensa. En la cúspide del arte conoció a la mujer que sería el amor de su vida y a la que le daría lo más valioso de su existir, sus hijas, hoy adultas, una casada y otra en vísperas de graduarse.
“Ellas son mis adoradas, las bebés de papá”, dijo entre risas mientras cruza miradas cómplices con María, la menor de todas.
PABLO CIRO CASTILLO
Estudiante de Comunicación Social
Universidad de Pamplona
Campus de Villa del Rosario
Foto: Especial para www.contraluzcucuta.co