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Cucuteños respondieron al llamado tenístico

CÚCUTA.- Unos por noveleros, otros por esnobistas, algunos por entendidos y los demás por curiosidad. Da igual la característica de cada cual, lo importante es que los cucuteños respondieron al llamado tenístico y llenaron los graderíos del complejo Fabiola Zuluaga, contiguo al coliseo menor Eustorgio colmenares.

Los interesados en estar cerca a los jugadores colombianos, a esos hombres que solo se ven en la televisión, llegaron temprano, buscaron puesto y completaron el cupo de más de un millar de aficionados en las tribunas. Los que no obtuvieron boleto se subieron a edificios, se asomaron por las ventanas, se encaramaron sobre carros y se acomodaron en andamios.

La alegría característica de la raza motilona se expresó de nuevo en el escenario. La banda papayera no faltó, el tipo del bombo cumplió la cita con sacramental puntualidad, el hombre que grita en medio del silencio se hizo notar y los aplausos para reconocer el esfuerzo de los deportistas no faltaron.

Por lo visto en la pantalla chica, los cucuteños sabían que no podían hacer esa bulla con la que disfrutan en la Toto o en el General Santander.  Aún así, se sometieron a permanecer callados durante eternos minutos para explotar al mínimo despabilar del juez mayor.

El hombre encaramado en la tarima llamó la atención de los aficionados para que dejaran los comentarios o se sentaran. Cualquier ruido o movimiento distrae a los deportistas y pueden inducirlos a cometer errores forzados o involuntarios.

Las señoras llegaron elegantes, como cuando van a jugar canasta; las señoritas buscaron los trapitos limpios, como cuando va a cumplir una cita; los caballeros llegaron de pantalón largo, como cuando van a misa, y los jóvenes sacudieron el bluyín, como cuando van de parranda.

La fiesta la armó la Federación de Tenis y los invitados, que llevaron como regalo el entusiasmo de siempre, respondieron en la cantidad prevista. Llegaron y gozaron, con conocimiento o sin saber nada, del espectáculo que brindaron colombianos y uruguayos.

No faltaron las guachadas propias de esta raza calentana. El grito burlón, los comentarios despectivos, los apuntes graciosos, los cuchicheos para ocultar la ignorancia, los secretos con palabras salidas de tono y los murmullos en el momento justo y preciso.

Esta es Cúcuta y estos son sus habitantes. Llenos de vitalidad y prestos para llenar cualquier escenario. A quién le importa si se sabe del asunto o no. A nadie. Lo que interesa es pasarla bien y aquí sí que lo saben hacer.

RAFAEL ANTONIO PABÓN

rafaelpabon58@hotmail.com

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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