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Resulta sorprendente que en pleno siglo XXI todavía se genere polémica por temas de sexualidad. En un país donde la tasa de embarazos en adolescentes es muy elevada, y son las niñas de 10 a 14 años las que más sufren esta condición, la posición de algunos padres de familia es de absoluta negación ante una verdad indiscutible: Los jóvenes de hoy están muy enterados de los temas sexuales. Y esto no es asombroso, por cuanto la tecnología facilita esta incursión. Lógico que la aproximación a estos temas debe hacerse en contexto familiar y educativo bajo la orientación pertinente y científica.
Y es allí, donde se genera la dificultad: muchos padres de familia no contemplan la educación sexual como tema de importancia y no entran a instruir a sus hijos desde la primera infancia con los procesos fisiológicos, psíquicos y sociológicos que involucran toda la manifestación de la sexualidad.
Disfrazan el lenguaje, tratan a los hijos, aún cuando se ha iniciado su vida de secundaria, como ‘bebés’ y nombran a las partes íntimas con eufemismos que tienden a confundir al niño. Al niño, desde los primeros años hay que identificarles las zonas íntimas con los nombres correctos, científicos. Dejen, por favor, de decirles que es ‘palomita’, que es ‘pajarito’. Al pan, pan y al vino, vino. En Biología, es vagina y pene. Así, sin tapujos.
Las críticas dirigidas a la ‘Encuesta de comportamiento y actitudes sobre sexualidad en niños y niñas y adolescentes escolarizados’, del Dane, (aplicada desde grado 6 hasta 11) fueron lo suficiente fuertes como para que el director Mauricio Perfetti tomara la decisión de aplazarlas.
La encuesta, de ocho páginas, tuvo el punto neurálgico en el capítulo D. Los padres de familia sustentan que las preguntas son explicitas, que no son aptas para estudiantes de grados 6 y 7 y aducen que el hecho de hablarles a los niños de manera clara, científica, concreta, será un motor para incitarlos a que inicien esos comportamientos.
Realmente, es poco probable que esto suceda. Al contrario, esa manera de comunicación brinda el conocimiento certero para que se enteren sobre el actuar de muchos adultos que engañan a los jovencitos. O acaso ¿el hablarles de los peligros de las drogas e instruirlos sobre las formas de presentación los induce a consumirlas?
Estas encuestas, que se aplican desde el 2006, son una herramienta diagnóstica efectiva para determinar el comportamiento de los jóvenes colombianos, no solo en el sexual sino también en aspectos tan importantes como la ocupación del tiempo libre, las condiciones socioeconómicas, cómo es la comunicación con sus padres. Esos sí, factores esenciales para visualizar los posibles peligros a los que están expuestos.
En cambio, qué ironía, no se han manifestado en la importancia de controlar el tiempo que pasan los niños frente a la pantalla del computador o teléfonos inteligentes, en los que a un solo clic se exponen a múltiples peligros y en los que publican fotografías insinuantes; incluso, muestran el torso y acceden a videos pornográficos.
ISBELIA GAMBOA
Foto: www.ciudadregion.com
