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Hoy, a sus 54 años, ‘El Tayrona’ no tiene el más mínimo deseo de abandonar esta ocupación.

PERFIL. Julio Gómez, el caballero y otros amores

CÚCUTA.- En la avenida del hospital Erasmo Meoz, en Cúcuta, en el trascurso de la mañana y parte de la noche, se ve a un hombre de cabello gris, mirada clara, piel con múltiples arrugas, cuerpo flácido, vestimenta diferente a la de cualquiera. No espera clientes, solo guarda la esperanza de ver a los habitantes de la ciudad felices y en buen estado.  

La silla blanca, con retazos degastados, y la carretilla con ramas de plantas de diferentes verdes y marrones, muestran la tranquilidad y la naturalidad que se respira en el lugar.  

Va vestido con pantalones anchos, al estilo vaquero, con recortes de otros colores; luce cadenas y diversos tipos de manillas, entre esas una que representa a Colombia, que combina con gafas y sombrero. Cinco anillos plateados en las pequeñas manos identifican su cultura y sus costumbres.

Julio Gómez, nació el 13 de diciembre de 1961, en una de las cordilleras de la Sierra Nevada de Santa Marta. En la niñez trabajó con la madre como hierbatero, oficio el que muestra afecto y amor. Un médico solo debería dar el diagnóstico y las plantas tendrían que ser la cura. Hoy, a sus 54 años, ‘El Tayrona’ no tiene el más mínimo deseo de abandonar esta ocupación, porque es uno de los artes más preciados que tiene.

No admira a Gabriel García Márquez, ni a la Madre Teresa de Calcuta como muchos. “Al único que considero de total admiración, y que es mi orgullo, es Papá Dios, porque toda la sociedad somos cortados por la misma tijera. Tenemos mil y un defectos. Su felicidad es ver a los que rodean su negocio, contentos, alegres, con mirada brillante, pasos firmes y mente tranquila. “Eso se llama reinar en paz”. Lo dijo con voz suave y elevó los ojos al cielo.

Quedar discapacitado y sin mujeres es el mayor miedo, sería como estar muerto en vida. Uno de los momentos que marcó su existencia es la muerte de una de sus siete bellas mujeres, la que más amó y adoró, y quien lo soportó tal y como es. Carmen Acero, la primera. El matrimonio se suma a los temores. El sonido de las campanas y el brillo de dos argollas que lo unan a una mujer para siempre no es lo suyo, porque el amor solo se vive durante dos años; después, todo se convierte en costumbre. Las mujeres bellas siempre serán su debilidad.

La otra cara de Julio, la niñez, aún hace parte de su vida. Desde pequeño le encantan muñecos animados como Garfiel y Bugs Bunny, que lo esperan a diario en la enorme cama. La música complementa su vida. Desde los diez años compone e improvisa carranga, salsa, porro, cumbia, vallenato y balada. En los ratos libres, que son pocos, toca melodías cristianas acompañado de la guitarra.

El amor de su vida es Laura Daniela, una de sus cuatro hijas y con quien más se identifica. Su héroe es el Todo Poderoso, “el que dio su vida por nosotros, Dios”.

Detesta la hipocresía, la mentira y la deslealtad en los hombres, y la infidelidad y la soberbia, en las mujeres. El momento de felicidad que más recuerda lo vivió en ‘La puerta del sol’, en Bucaramanga, con una de sus mujeres. “Siempre estoy feliz, pero ese día descubrí que hay momentos en que más se siente la alegría. Es más, lo que sentí en ese instante era algo que superaba la felicidad”, expresó con una sonrisa.

Anhela pasar la vejez al lado de sus hijas y de una mujer que lo ame y lo respete. En esos años quisiera estar rodeado de sus niñas y nietos, contándoles las vivencias y travesuras, haciéndolos reír, construyéndoles el valor de la vida y mostrándoles a Papá Dios, como lo único que deben anhelar.

A rastras, o como sea, será un maestro de música. Sueña con tener un grupo de jóvenes músicos, meta que está por cumplir, porque en casa tiene los instrumentos y anda en busca de los muchachos para empezar con eso que tanto admira.

Vive en una finca en Cúcuta, desea viajar a Londres, tener buenas experiencias y conocer mundo. No quiere establecerse en otro país, en Colombia está satisfecho.

Ayudar al otro sin recibir nada a cambio es lo que lo caracteriza, y quiere un futuro con estabilidad económica para brindarles a las hijas una vida sin necesidades. Quisiera morir en paz, con la mente tranquila, acostarme después de agradecerle a Dios, cerrar los ojos y fallecer.

ANGIE ARROYO

Estudiante de Comunicación Social

Universidad de Pamplona

Campus de Villa del Rosario

Foto: Especial para www.contraluzcucuta.co

 

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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