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CÚCUTA.- Las violaciones a los derechos humanos, por lo general, han estado acompañadas por el encubrimiento de verdades en las que están inmersas ciertas entidades del poder. Verdades que si llegan a salir a la opinión causarían revuelo y perjudicarían a los responsables.
Es por esta razón que han surgido cientos de colectivos, que mediante movilizaciones manifiestan inconformidad ante las irregularidades y las injusticias del gobierno, que cada vez cobran más fuerza. Expresarse libremente, sin riesgos ni temores, ser la voz de quienes han sido callados y ser la esperanza de quienes la han perdido son algunas de sus acciones.
Colombia es un país donde ejercer el derecho a la libre expresión pone en riesgo la vida. El miedo de perderlo todo provoca silencio y sumisión. Ir en contra de la voluntad de algunos, tal vez no es la mejor opción para quienes se atreven.
Las masacres a manos de fuerzas al margen de la ley no cesan y aparecen como imposibles de eliminar. Cada vez son más los casos de líderes sociales y estudiantiles asesinados que se quedan en la impunidad. El hecho de ser una nación que carece de memoria histórica y colectiva genera que solo pocos sigan en pie de lucha en busca de la resignificación.
Hace 17 años, Cúcuta vivió un episodio que quizá pocos recuerdan, la desaparición de dos estudiantes de la UFPS a manos de la AUC. El hecho conmovió y llenó de temor a miembros de movimientos participantes en el ejercicio de exigir sus libertades. Al ser amenazados y asediados por el paramilitarismo, muchos se vieron obligados a salir de la región para salvarse.
Gerson Gallardo N. y Edwin Ariel López Granados tenían aspiraciones similares: ver a la universidad llena de vida, generadora de conocimientos en pro de la excelencia académica, basada en los valores. Como sujetos con autonomía y responsabilidad añoraban apostarle al cambio y a la trasformación del país.
Destacaron entre el alumnado por el significativo liderazgo en movimientos estudiantiles, entre ellos la ACEU. Fueron fundadores, colaborares y editores de la revista Museo, único medio de expresión de la comunidad estudiantil en ese entonces. En consecuencia, fueron el motivo para que los paramilitares los identificaran como “integrantes de la guerrilla”.
Gerson, de contextura delgada, cabello rizado y piel trigueña, era apasionado por el teatro, la música y la cuentería. Estudió biología y química, y como muestra de dedicación y disciplina asumió la representación estudiantil. El amor y el compromiso con la UFPS eran las cualidades que lo destacaban.
El 3 de abril de 2003, Gerson fue abordado por dos sujetos identificados como miembros de ACU, a la salida de la universidad, luego de terminar los compromisos académicos. Permaneció privado de la libertad dos largos meses. El cuerpo sin vida fue hallado, el 6 de junio, en el kilómetro 18 de la vía que de Tibú conduce al corregimiento La Gabarra, en El Catatumbo nortesantandereano.
El 13 de abril, Edwin fue víctima del terrorismo y la guerra sucia. En la madrugada, varios hombres armados ingresaron a la vivienda de un familiar, en el barrio Cúcuta 75, y se lo llevaron en contra de su voluntad.
Tenía 26 años, terminaba las asignaturas de tecnología electromecánica. Sobresalía por las iniciativas en pro de la comunidad universitaria; además, tenía habilidades para la danza, el arte y la escritura. Ejerció como profesor de danzas en varias instituciones y coordinaba talleres de literatura y escritura en el Banco de la República.
Luego de dos meses de la desaparición forzosa, la búsqueda incesante permitió hallar el cuerpo, con signos de tortura, junto al de Gerson.
En esos 60 días de desesperación, incertidumbre y sufrimiento, la comunidad estudiantil, los familiares y los líderes sociales hicieron parte de movilizaciones para exigir la liberación. Como respuesta, los paramilitares generaron terror entre quienes estuvieran en contra de sus ideologías y manifestaran inconformismo por lo hecho.
El asesinato de Gerson y Edwin quedó en la impunidad. La UFPS, entre tanto, busca eliminar de la memoria colectiva y de la historia el sacrificio de los dos líderes. Los actos de conmemoración son iniciativas organizadas por los estudiantes que buscan reflexión y reconstrucción de memoria colectiva mediante la danza, el arte, la poesía, la música y la escritura.
El legado de Gallardo y López sigue vigente entre la comunidad estudiantil y los cucuteños que anhelan, al igual que los sacrificados, academias críticas para la construcción de la paz y de un futuro mejor.
GÉNESIS FERNANDA ARIAS
