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CRÓNICA. Ancianos con algo de locura creen en que  ‘Dios Proveerá’

CÚCUTA.- Al entrar a la fundación Hogar de Ancianos y Casa de Oración se percibe un hogar fresco y tranquilo. ‘San Pedro’ es el encargado de abrir la puerta, tiene la llave de la cerradura y, como el personaje bíblico, permite el acceso directo a ‘Dios’, quien aguarda más adentro, tranquilo y reposado.

Los rincones de la casa tienen aspecto de templo católico. Al lado derecho está el altar y la imagen de Jesucristo en un pendón da la bienvenida a los visitantes. A la izquierda, otro altar, donde guardan las hostias, y resguardado por la escultura del crucificado. En la parte superior están los 15 cuadros del viacrucis, uno grande de San José con el Divino Niño Jesús. Al frente, Jesucristo aparece adornado con seis ramos de flores.

El Hogar, fundado en el 2005 por el sacerdote Héctor Díaz, quedó legalmente establecido ante el Estado en el 2013. Antes, se llamó ‘Dios Proveerá’, aviso  que todavía se lee en la parte externa del inmueble, a un lado del Canal Bogotá. El padre Díaz  ha sido el director desde el inicio.

La casa tiene una singularidad, las paredes, en su mayoría, son blancas, con variedad de imágenes. Ahí vive Carlos Ramírez, de 85 años. Es ‘San Pedro’, el que atiende la puerta. Es uno de los pocos ancianos que está en sus cabales. Es encorvado, bajito, de cabello que demuestra el largo recorrido por la vida,  ojos negros y luminosos. Se caracteriza por servir a los compañeros.

En el enorme salón, que a la vez sirve de patio, los domingos se hacen las reuniones, desde las 8:00 de la mañana. Ahí comparten los ancianos, que tienen actitud de niños. Son obedientes, permanecen sentados y algunos están solitarios y callados. Son más de 25 abuelos. Reciben visitas de  familiares, vecinos y desconocidos.

Los cuartos de los hombres, a la derecha del pasillo, tienen pintadas en las puertas monjas y un franciscano. En la parte final de las habitaciones está el cuadro de una anciana con dos gatos en los hombros. Vivió en el hogar  y falleció. Al otro lado del salón, el cuarto de las mujeres destaca por ser más amplio y por tener mayor frescura. Aquí, duerme una anciana de tez suave, que descansa desnuda.

Estudiantes de la Universidad Simón Bolívar y del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) frecuentan la fundación, hacen prácticas profesionales,  ayudan a los ancianos y los mantienen ocupados, de lunes a sábado.

El padre Héctor comentó que el Hogar no recibe ayuda del Estado. En una ocasión llegaron 15 sillas de rueda y el mismo día las recogieron. Vecinos o familiares donan comida, dinero, útiles de aseo, medicamentos y ropa para los ancianos.

Son pocos los abuelos que pueden caminar. La mayoría de los  hombres está en silla de ruedas. En los ojos reflejan la alegría por el reposo que tienen en este lugar, pues las servidoras los atienden bien.  A otros lo que más les gusta es comer y dormir.

María Belén, de 65 años, es una de las ancianas con más energías. La demencia la hace comportarse con espíritu de niña. Muestra el nuevo vestido de flores y pregunta si le queda bonito. Al alzarlo por encima de las rodillas deja ver  las piernas blancas. Escucha con atención los halagos por la piel. No tiene hijos, solo hermanos y amigos. Tuvo siete novios en la juventud, cuando era linda. Usaba brasieres Leonnisa, porque encajaban en los voluptuosos senos, lo dijo con una expresión pícara y soltó la carcajada. No le gusta ayudar con el aseo. Y seguido se agarra a golpes con las compañeras.

Zoyla, de 85 años, es bajita, delgada, de piel trigueña, tampoco tuvo hijos. Con el esposo viajó a varios lugares de Venezuela y Colombia. Cuando falleció, los hermanos la dejaron en el hogar. Desea irse, porque no se la lleva con los compañeros.

En uno de esos espacios aparece Jorge Alberto, ‘Dios’. Es bajito, de ojos azules, piel blanca, de contextura gruesa. Le encanta estar en el hogar porque le dan mucha comida. Habla de sus vivencias, pero no le prestan atención.

Carlos practica todos los días el yoga, a las 3:00 de la mañana, para estar listo a las 4:00 y ayudar a los compañeros. Eleva la mente hacia el universo y recibe buenas energías y tranquilidad. Antes,  practicaba karate, ahora la columna se lo impide. A un lado están los libros de su religión. ‘Cómo hacer amigos’ es uno de los favoritos. Si le hubieran dado a elegir en qué religión estar, habría escogido el budismo. Como lo bautizaron en la Iglesia Católica, no tuvo más opción que aceptarla.

Toda la vida trabajó en fábricas de zapatos. Tiene tres hijos y la esposa que fue operada de cáncer en la matriz, a quien aún visita como a una amiga. Comentó que el amor no dura toda la vida, que es más fuerte la costumbre y que no existe amor en el corazón, sino en la mente. No recibe visitas de familiares. Tiene cinco nietos, que no ve hace mucho tiempo. Estuvo en el Ejército dos años; uno, en Chile, y otro, en Estados Unidos. Le toco una época pesada, porque combatía seguido.

Tiene pensamientos modernos y entró en la discusión del amor entre parejas del mismo sexo. Tiene claro que el ser humano puede ser mujer y hombre al mismo tiempo, pues en el caso de un hombre que no le satisface tocar a una mujer, se sentiría atraído por otro hombre. Estas ideas resultan de la lectura frecuente en los ratos libres. Es católico, pero que cree en lo científico. Los libros lo han enseñado mucho. Le gustan los boleros románticos y recuerda algunas letras.

Terminó la visita. Carlos se despide y queda a la espera del próximo domingo para compartir más de sus conocimientos. ‘Dios’ no se percata de la despedida. ‘San Pedro’ abre de nuevo la puerta. Atrás queda ese mundo en el que los abuelos viven en medio de la cordura que les dan los años y la locura que les ocasionan los recuerdos. Solo atinan a pensar que en cuanto al futuro de cada uno “Dios (el de verdad) proveerá”.

YULY TATIANA FIGUEREDO

Estudiante de Comunicación Social

Universidad de Pamplona

Campus de Villa del Rosario

Foto: Especial para www.contraluzcucuta.co

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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