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Las limosnas

CÚCUTA.- Es necesario situarnos en tiempos antiguos y remotos para ver que es de vieja data pedir limosna y luego sí analizar por qué con el tiempo no es desprendimiento sino contraprestación o negocio.

A las puertas de los templos se situaban los pordioseros o limosneros a esperar que los fieles o asistentes a los oficios religiosos abandonaran las iglesias y para, tal vez, pasar de generosos tirarles unas monedas  y amortiguar el peso de la conciencia por las malas acciones cometidas (pecados). Dice el refrán que nadie da nada sin esperar recompensa.

En Cúcuta era costumbre generalizada que los menesterosos los viernes recorrieran la ciudad visitando los locales comerciales para solicitar la respectiva limosna y los dueños o gerentes tenían listas las monedas para repartir.

Con el pasar del tiempo las costumbres han cambiado, como todo en la urbe. El modernismo clasificó y sofisticó el método de lograr ayuda económica con patrones diseñados para los distintos actores que participan en la actividad.

El decir unánime es que pedir se volvió negocio. Es la única empresa que no requiere de capital para iniciar y, además, nunca quiebra. Distintas maneras de solicitar ayuda económica son las siguientes:

1.- Conseguir un par de muletas, aprender a manejarlas y extender la mano con cara de compasión.

2.- Alquilar una cama hospitalaria, acostar a un enfermo o lisiado, ojalá joven para ablandar el corazón, contratar una enfermera para sentarla a su lado, además a un ayudante  que se encargue de las alcancías para que los transeúntes depositen monedas o billetes generosamente.

3.- Obtener en donación una silla de ruedas, situarse en un semáforo con el ayudante para que lo movilice hasta los vehículos. El recuento de lo recogido al final de la tarde es todo un espectáculo de satisfacción.

4.- Visitar las residencias con una receta médica y solicitar ayuda para comprar los remedios para un hijo con una enfermedad terminal o para comprar un pasaje de retorno al terruño, porque es desplazado.

5.- Avizorar a un conocido en los centros comerciales, las tertulias y las cafeterías para echarle el cuento más increíble sobre el  pago de un recibo que se vence ese día.

6.- Comprar en una papelería una cartulina para rifas con 100 puestos y ofrecer un hermoso reloj o anillo, teléfono celular o cualquier objeto llamativo que se entregará con el acierto de las dos últimas cifras de la lotería. Nunca se sabe quién será el ganador.

7.- Los que se maquillan las piernas imitando úlceras, llagas y partiduras. Otros, se enyesan brazos y piernas.

8.- Abrir una cofradía, asociación, con el mayor número de socios que aporten mensualmente la cuota fija so pena de quedar estigmatizado.

CARLOS EDUARDO ORDUZ

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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