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100 días desperdiciados en Chinácota

Aunque es cierto, cien días no son suficientes para evaluar a un mandatario, sea Presidente, Gobernador o Alcalde, sí es cierto que son suficientes para ver el rumbo que toma y por el cual llevará al municipio y cuáles serán el enfoque y la visión.

Cumplidos cien días de gobierno en Chinácota, el balance que se puede hacer es ‘muy pobre’. No ha sido presentada una sola idea renovadora en ninguna actividad en esta administración, menos podríamos hablar de que se ha trabajado con eficiencia.

Y esto es lo que sorprende de una administración a la que se le dio en bandeja la oportunidad para emprender acciones que llevaran a Chinácota hacia adelante. Existía inconformismo, cansancio y deseos de cambio en la comunidad que comienza a ver que su tierra le brinda posibilidades, pero que exige una administración progresista, que emprenda un rumbo y orientación definida y generar las oportunidades de desarrollo que esta tierra tiene, pequeña en territorio, pero con grandes fortalezas.

Si miramos desde el momento inmediato a las elecciones y pasados solo unos pocos días, se percibía que habíamos elegido mal. La gente comentaba su extrañeza por el silencio del Alcalde electo y el distanciamiento con el pueblo y con la gente que lo apoyó. Se decía que no estuvo preparado para gobernar, la poca experiencia y conocimiento en general y el poco o ningún interés de oír y menos de organización y convocatoria para estructurar un buen equipo de trabajo, lo confirmaron. Este tiempo precioso de organización, fue desperdiciado y tiempo perdido.

En la posesión reafirmó que vendría un gobierno carente de ideas y sin respuesta a las necesidades de la comunidad. Cuando se refirió a que la Alcaldía no era bolsa de empleos, porque había recibido 75 hojas de vida, confirmó lo que la gente sabía: tenían al frente a un Alcalde despreocupado de las necesidades del pueblo. Esa respuesta pública, irrespetuosa por demás, es diciente de su personalidad, pues nadie entiende por qué las recibió si no tenía intención siquiera de explorar posibilidades para al menos concretar la creación de algunos empleos. Estoy seguro de que las recibió prometiéndole a la gente que le ayudaría, si le daba el voto.

Se puede decir que el rumbo que lleva Chinácota es desconocido y sin enfoque. Por más que algunos se esfuercen en decir que aún hay que darle tiempo, lo cierto es que la gran desilusión la tiene la mayoría de los que votaron por esta opción y creyeron. La expectativa creada que venía un verdadero cambio, se ve frustrada y truncada. Antes de la posesión del Alcalde le manifesté, en la única oportunidad que hablamos, que lo peor que le podría pasar era que no les diera respuesta a las expectativas que le creó a comunidad. Le recomendé con objetividad que siguiera en buena comunicación y apoyándose en la gente, en un trabajo hombro a hombro para generar todas las posibilidades. La frustración es alta por la actitud que muestra el alcalde Conde, retraída, sin comunicación, sin decir ni mostrar nada, sin ningún interés y solapado todavía en su desgastado e innecesario eslogan ‘En buenas manos’, como si estuviera aún en campaña y cuyo significado para la gente podría ser ahora ‘La ineficiencia en buenas manos’.

Se puede decir que la suerte acompañó a este candidato. ‘Se le apareció la Virgen’. No necesitó hablar mucho, pues el deseo del cambio indujo a los ciudadanos a votar sin reserva. No tuvo que esforzarse para lograrlo, pues nos unimos con decisión a apoyar al Partido Verde, entre dudas del candidato que tenía este respaldo en Chinácota, y esto significó el gran empujón que necesitaba para ganar. Su discurso de poca profundidad no fue el catalizador del voto.

Aún no conocemos su Plan de Desarrollo, pero me anticipo a decir que con los antecedentes de los cien días o de los 160 días desde su elección, no habrá nada nuevo que signifique progreso para el municipio.

Es necesario exigirle a esta administración y manifestarle con la autoridad moral que nos acompaña, que el tiempo es oro, que no se puede perder y que aún hay cómo enmendar en algo el desperdicio hecho. Hay que gobernar y trabajar con dedicación y compromiso, pues los cargos de elección popular son la responsabilidad más alta que se le confiere a un ciudadano, no son para sentirse con la libertad de no dar cuentas. Al contrario, se debe responder con la mayor ética por lo que se hace o se deje de hacer. No podemos aceptar que con esta actitud de poco trabajo y acción, ahondemos los problemas que traemos desde anteriores y viejas administraciones.

Chinácota requiere, por lo tanto, tener un propósito de progreso y superación. Exige que se le lidere bien y se le conduzca por un camino seguro y concreto. Se requieren la reestructuración y la modernización de las dependencias administrativas que se ajusten a los tiempos actuales.

Chinácota no ha avanzado en los últimos 50 años por cuenta de una buena administración. Ha avanzado porque su gente emprendedora construye, comercia, hace obras. El resultado de lo bueno que hace la gente no es respaldado por las Instituciones, ni se ha fortalecido el emprendimiento ordenado.

Lo que estamos viendo es que el empuje de la población desborda la capacidad de las Instituciones y de la administración. Vemos caos en la construcción y en los servicios públicos; incapacidad de una oficina de Planeación que la desborda el crecimiento; poco o ningún control y manejo ambiental sostenible; mal manejo de la tierra y poco usufructo de Los recursos.

Estamos sorprendidos por la actitud del Alcalde sin liderazgo. ¿Aparecerá ese liderazgo? Los alcaldes no pueden gobernar callados, creando desconfianza, ni mucho menos sin atender las expectativas de la comunidad.

Los malos Gobiernos gastan las energías apagando incendios; los buenos gobiernos, impidiendo que se prendan.

SEGUNDO ANTONIO GONZÁLEZ

Ingeniero de Petróleos

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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