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Manuel Laureano Rodríguez Sánchez Toreó 448 corridas en España, 7 en Portugal, 4 en Colombia, 10 en Perú, 2 en Venezuela y 38 en México; además, 36 novillas entre 1936 y 1939. Alcanzó incontables trofeos taurinos a los astados estoqueados.
Su toreo fue serio y sobrio hecho con maestría y finura, con especial relevancia en el manejo de la muleta que le imprimía carácter personal. Contribuyó a divulgar la “manoletina”, pase de muleta que le dio su nombre. Fue escueto en los adornos, sobre todo con el capote que lo dominaba con elegancia, pero sólo hacía aquello que necesitaba el toro para ser bien lidiado.
Los pases mirando al público eran únicos, aguantando la embestida del enemigo con temple. Los pases de pecho y por alto espléndidos, eran elaborados con elegancia, de forma que exaltaban al público por la postura elegante. La maestría en la suerte suprema era magistral, entregándose cada tarde a este menester. Esto le permitió llegar a ser uno de los mejores estoqueadores de la historia taurina. La prueba de esta entrega a la suerte suprema la ratificó en la tarde funesta de Linares frente a “Isleño”.
A título póstumo le fue concedido a “Manolete” el ingresar de la Orden de Beneficencia por sus numerosas y desinteresadas actuaciones en corridas de orden benéfico.
Don Manuel Rodríguez qué bueno que podamos hablar…
Gracias por llamar. Imagino que lo hace porque en algunas partes del mundo se han prohibido las corridas de toros, o porque en su ciudad se acabó la fiesta brava.
Por ahí es el asunto. Díganos ¿cuándo y dónde nació?
Nací el 4 de julio de 1917, en el número 2 de la calle del Conde Torres Cabrera, de Córdoba.
¿Quiénes fueron sus padres?
Mi padre fue matador. De él heredé el apodo. Falleció cuando yo tenía cinco años. Mi madre Agustina Sánchez se casó en primeras nupcias con Lagartijo Chico. Luego con mi padre.
¿En su familia hay otros toreros?
Sí, claro. Están José Dámaso Rodríguez, ‘Pepete’, José Rodríguez Sánchez, ‘Bebé’ Chico, y el banderillero Rafael Sánchez, ‘Bebé’.
¿En qué momento dio sus primeros capotazos?
En 1929, en la finca ‘Lobatón’, cerca de Córdoba.
¿Y cuándo se vistió por primera vez como torero?
El primer traje de luces me lo puese en 1933, en una corrida nocturna celebrada en la plaza de Arles (Francia).
¿Dónde comenzó la carrera?
En Córdoba me presenté con picadores el 27 de julio de 1935. El 26 de mayo, en Sevilla, donde triunfé el 5 de junio y el 9 de octubre. En esa ocasión estoqueé de manera sublime dos novillos de Villamarta.
¿En qué momento tomó la alternativa?
El 2 de julio de 1939, de manos de Rafael Jiménez ‘Chicuelo’, con Rafael Vega de los Reyes, ‘Gitanillo de Triana’ como testigo, y toros de Clemente Tassara.
¿Cómo era usted en el ruedo?
De personalidad seca y austera, rigurosa y con estilo de perfil, casi al hilo del pitón, y con la muleta retrasada, lo que obligaba al toro a pasar previamente ante el cuerpo del torero.
¿Ese estilo que reflejaba?
Fue la extensión de mi carácter, austero, esencial, seco y valeroso. Sobrio y duro, pero también elegante, me imponía al toro igual que en mi vida social.
La primera temporada ocurrió en 1940 ¿cómo le fue?
Fue lo máximo. En 1940, sumé 50 corridas, cuatro en Madrid. Triunfé en Sevilla, Alicante, Bilbao, San Sebastián y Barcelona.
¿Qué siguió después de esos éxitos?
En 1941, sumé 58 corridas. En 1942, tuve 72 actuaciones, triunfé en Barcelona y en las ferias relevantes. La temporada estaba avanzada cuando actué dos veces en la capital.
¿Cuándo se desquitó el toro?
Sí, lo recuerdo. Ocurrió el 27 de septiembre. Esa tarde el toro me corneó y me causó una herida de gravedad en el muslo derecho. En 1943 regresé a las plazas. Toreé 74 corridas.
Tres fechas que recuerde con especial pasión…
El 29 de mayo, el 2 de junio y el 15 de julio de 1943, fueron tres tardes afortunadas en Madrid.
¿La mejor temporada maestro ‘Manolete’?
Vea, en 1944, toreé 92 corridas, casi todas con éxito. Esa fue la temporada en la que hice la faena más completa de toda mi carrera. Venga le cuento. Ocurrió, el 6 de julio, en la plaza de Las Ventas, en la corrida de la Asociación de la Prensa.
¿Recuerda otra cornada?
Cómo no. En 1945, sumé 71 corridas. El 29 de junio, en Alicante, un toro de Francisco Chica me fracturó la clavícula.
¿Cuál país de América visitó primero?
México. Me presenté el 9 de diciembre, con astados de Torrecilla. Entre finales de 1945 y principios de 1946 toreé en Colombia, Perú y Venezuela.
También hubo campañas desastrosas…
Obvio. En 1946, sólo toreé en una ocasión, el 19 de septiembre en Madrid, junto a Antonio Bienvenida y Luis Miguel Dominguín, con toros de Carlos Núñez.
Sin embargo, se lo llevaron para América de nuevo.
Ah, sí. Regresé a México y Perú a finales de año. Cuando volví a España, en 1947, comencé temporada cuando la campaña estaba avanzada.
¿En qué momento se despidió de Las Ventas?
Con tristeza lo digo, el 16 de julio, fue mi última corrida en Las Ventas, la de la Beneficencia.
No le fue bien…
Pues, para colmo de males, resulté herido en una pierna por un toro de Bohórquez.
¿Por qué le llovieron críticas en esa época?
Usted sabe cómo somos los humanos. Se me acusó de exceso de comodidades y de tomar ventajas con los toros que imponía, y de no haber toreado apenas ese año.
Pero ¿a usted no le importó?
Bueno, a pesar de esas críticas, el 28 de agosto de 1947, compartí cartel, en Linares, con Luis Miguel Dominguín y Gitanillo de Triana.
¿Y ahí fue el acabose?
Sí. El segundo toro que me correspondió, Islero, de Miura, llegó tardo y apretó a la suerte suprema. Como siempre, me entregué al toro y al público, pero cometí un error técnico y ejecuté la estocada con lentitud. El toro me hundió hasta la cepa el pitón en el muslo derecho. Los destrozos causados en el triángulo de Scarpa, atravesado por la vena femoral, me produjeron la hemorragia.
¿Cuándo fue el desenlace trágico?
El 29 de agosto de 1947, a las 5:07 de la mañana.
¿Por qué se ocultó la causa final de su muerte?
Permaneció oculta hasta 1997. En ese año la reveló por el hijo del médico de Linares que me atendió, Fernando Garrido. Parece ser que tras la cogida, que había sido grave pero no mortal, había perdido mucha sangre y Fernando Garrido operó y dispuso que me practicaran las trasfusiones necesarias, y eso empezó a hacerse.
Entonces ¿qué ocurrió?
Deje el afán y permítame contarle. A las pocas horas, me recuperé, hablé, me fumé un cigarro y pregunté cómo había ido la corrida, aunque seguía débil. Llegó el doctor Giménez Guinea, en quién tenía mucha confianza, y ordenó que se suspendieran las trasfusiones y que se me aplicara un plasma noruego. A los pocos segundos de entrar el plasma en la sangre apareció la muerte. Eso fue lo que ocurrió.
¿Cómo le gusta que lo recuerden?
Como torero legendario que impuse un estilo. Polémico o no, apasionaba en debates, charlas y artículos. Dejé una huella que perdura.
¿Cuál fue su aporte al toreo?
Hice cambiar en la afición el concepto del arte taurino. Hubo una forma de torear antes y otra después de mí.
Apasionante conversación, maestro ‘Manolete’. ¿Qué piensa de los movimientos antitaurinos?
No, no me meta en esos vericuetos. Cada quién tiene motivos para pensar como se le dé la gana. Allá ellos y acá nosotros. Joder, gracias por la entrevista y chao.
Maestro, maestro… gracias…
ARTÍCULO ADAPTADO DE buscabiografias.com
RAFAEL ANTONIO PABÓN
