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CÚCUTA.- Como en los viejos tiempos, cuando los cucuteños hicieron que a la ciudad la llamaran Capital Basquetera de Colombia, el coliseo Toto Hernández estaba a reventar. El sobrecupo se notó en las escaleras y las vallas de protección de la cancha. A los asistentes no los molestó la incomodidad, porque tenían una razón válida para pasar las horas de pie.
El 9 de septiembre, se inauguraron los Juegos Interclases de la Institución Educativa Gimnasio Campestre Comfaoriente. Alumnos de prejardín hasta grado 11 desfilaron por el maderamen, vestidos para la ocasión. En los graderíos, padres, madres, tíos y abuelos disfrutaban con la presencia de niños y jóvenes.
La música animó el espectáculo alegórico a los años que hicieron historia en el siglo XX. Los ritmos marcaron el compás de los bailarines y pusieron a mover el cuerpo a los acompañantes. Las luces de colores iluminaron el escenario y dieron el toque de distinción.
Cada curso, durante semanas, ensayó la coreografía con la que pretendían ganar el honor de ser la mejor de la tarde. Los chiquillos, con su estilo gracioso, bailaron para el deleite de los adultos. A medida que pasaban los grados se sentían los aplausos y los gritos de familiares y amigos. Había que hacer bulla para impresionar al jurado.
El momento de tristeza en medio de la algarabía se vivió al recordar a la profesora Heidy, quien recién partió de este mundo. En la pantalla gigante se mostraron instantes de su vida en el colegio para decirle adiós para siempre.
Los estudiantes de quinto grado, próximos a pasar a secundaria, y los alumnos de 11 grado, futuros bachilleres, se despidieron de los compañeros. Al final de la jornada los jurados dieron el veredicto.
Poco a poco, como en años pretéritos, los asistentes abandonaron el coliseo. Iban radiantes, porque el espectáculo había valido la pena. Como cuando Cañoneros o Lotería de Cúcuta ganaban partidos y campeonatos.
