En el momento en que el ser humano es arrojado al mundo se ve atrapado en un círculo vicioso llamado sistema, cuyo fin es mantener sus mentes ocupadas en cuestiones banales, como el consumismo y el conformismo, por medio de la manipulación de unos pocos que tienen el poder para decidir el destino de la humanidad. ¿Está el hombre destinado a su extinción?
La sociedad se sumerge en un decremento de valores. Muerte, hambre y pobreza atañen al mundo. El ser humano, quien en los últimos tiempos se ha convertido en el virus más grande que tiene el planeta, es el culpable de estas anomalías.
Una fracción de la humanidad actúa como especie destructora, llega a un lugar para consumir los recursos existentes hasta desangrarlo y cuando descubre que no puede exprimirlo más, se marcha a otro sitio con intención de repetir este proceso. Otros, en cambio, son mucho más peligrosos que la anterior especie. Ven cómo todo a su alrededor se deteriora y aun así no hacen nada para detenerlo. La primera corresponde al 1,0 por ciento de la población, la cual acapara los recursos del otro 99 por ciento, dejándolo débil para luchar en la guerra por el poder.
La élite conformada por los grandes empresarios trabaja en pro de la instauración de un ambicioso propósito cuyo fin es controlar fácilmente a la masa y una mayor administración de los recursos naturales para adquirir el dominio total de la tierra. Han creado crisis económica, represión, terrorismo de Estado, privatización y adoctrinamiento. Todo esto para que reclamen un nuevo gobierno unificado para alcanzar la quimera llamada paz.
Estas estrategias se ven reflejadas en la implementación de políticas internacionales impulsadas por organizaciones como la Unesco y la ONU que llegan a los países en vía de desarrollo camuflando sus oscuros fines con ideas de cambio social y desarrollo.
Estos actos devastadores para la propia humanidad son por la gloria al dios dinero, que ha llenado los corazones de los hombres de ego para alejarlos de la realidad espiritual. El futuro del hombre es esclavitud y aniquilamiento, a menos que la raza humana despierte del sopor que lo aprisiona para romper con los esquemas impuestos, pues es inherente en el individuo el acto de ser revolucionario para trasformar su entorno. “Todo está consumado”.
DIEGO D’CARO – FRANCY URREA
Estudiantes de Comunicación Social
Universidad de Pamplona
Campus de Villa del Rosario