“No hay remedios contra la muerte, pero la muerte en sí es un remedio”. La muerte para muchos es una etapa natural por la que los seres humanos, en algún momento de la vida, pasarán. Sin embargo, es una fase para la que no se está preparado.
Hay diferentes razones por las cuales se puede morir. En Cúcuta no hay presencia de enfermedades huérfanas, pero sí de patologías de inmensa gravedad que hacen un llamado a la compañera fiel, la muerte.
El río Pamplonita, que atraviesa varios sectores cucuteños, atrae a las ETV, conocidas como patologías trasmitidas por animales diminutos. La comunidad desconoce las medidas de control y el aseguramiento para prevenir la cría de insectos portadores de virus.
En estos tiempos, en los que la contaminación ambiental y demás fenómenos naturales se han agravado, vuelve a oírse en la ciudad acerca del surgimiento de virus que afectan la salud de niños y adultos. El Canal Bogotá y otros caños ubicados en el área urbana recolectan las aguas lluvias y por inconciencia de los residentes se amontonan basuras y escombros. “Allá, se la pasan los gamines. Eso ni para qué cuidar. Existen días en los que el olor es insoportable y a pesar de eso no se van”, dijo Diana Jaimes, residente en zonas aledañas.
La acumulación excesiva de agua reproduce al misterioso y pequeño zancudo de patas largas y cuerpo alargado, el Aedes Aegypti, portador del dengue, la fiebre amarilla, el chicunguña y zika. En el 2013, se reportaron 2625 casos de dengue, según la Secretaría de Salud. Este mal inicia de manera repentina, con fiebre que supera los siete días, acompañada de intensos dolores musculares, pulso rápido, piel fría y sudorosa.
Existe el rumor de que varios de los sistemas que prestan el servicio de salud desconocen cómo atender a los pacientes o no cubren los tratamientos para la enfermedad. Además del servicio ineficiente.
“Hace dos meses me diagnosticaron cáncer y la EPS a la que me encuentro afiliada aún no ha tomado las medidas necesarias para controlar mis dolores y padecimientos”, dijo Laura (*).
No se pueden dejar de mencionar las enfermedades de transmisión sexual, que también han cobrado su cuota de vida. De acuerdo con información suministrada la clínica San José de Cúcuta, las más comunes son el herpes, la sífilis, el papiloma humano y el sida.
El aborto es practicado en la ciudad, aunque de manera discreta. En el 2015, la Secretaría de Salud tiene registrados 160 casos espontáneos o inducidos. Esas criaturas no alcanzaron a conocer la maravillosa ciudad en la que iban a nacer y esta es otra causa de muerte entre la población cucuteña.
Cúcuta se identifica por ser una cuidad ardiente y se caracteriza por el contrabando. Es común caminar por las calles y encontrar vendedores de gasolina en pimpinas, con el cansancio marcado en el rostro y el sudor deslizándose por las mejillas. El riesgo de incendio es grande, según el Cuerpo de Bomberos Voluntarios.
La muerte llega de manera espontánea, sin llamarla, sin buscarla. Centenares de cucuteños caminan con tranquilidad por las vías sin prever los principales eventos que ocasionan enfermedades de inimaginable calibre. En distintos municipios fronterizos con Venezuela, ocurrieron casos de interés de salud pública.
La delincuencia y el comercio informal traen hurtos, lesiones personales y homicidios en la capital de Norte de Santander. Algunas comunidades temen salir en la noche para evitar ser víctimas de la delincuencia. “A mi hijo lo mataron el año pasado. No debía nada a nadie, nunca supimos cuál fue la razón que provocó su muerte”, comentó Nancy Berbesí, madre de Reyner Torres, asesinado a finales de diciembre del 2014.
La mortalidad es un indicador básico de salud. Llorar las muertes renueva el alma y la libera, hasta dejarlos descansar en paz y velarlos de manera digna. Para la asistencia funeraria es necesario el certificado de defunción de Medicina Legal. Si por una enfermad debe existir un certificado del médico tratante.
Morirse pone a temblar la cartera de los cucuteños, pues los gastos de un funeral son elevados y van desde $ 480.000 hasta $ 3,5 millones. El valor depende de los servicios que incluyan funeral, ataúd, ramos, carroza, asistencia en la tanatoestética (arreglos estéticos al difunto) y recarga por la distancia. Este gasto preocupa a la ciudadanía, porque no todos cuentan con el monto necesario. ¿Cómo se imagina el día de su muerte?
DIANA PUERTO – SUSANA GODOY – WILMER ORTIZ
Estudiantes de Comunicación Social
Universidad de Pamplona
Campus de Villa del Rosario
Foto: elmundo.es