1.- La falta de unidad y de continuidad en el desarrollo de las acciones que se plantean, más la carencia, la lentitud o la pasividad de una voluntad grupal que lleve hasta el final los esfuerzos que se esbozan y detallan en las reuniones convocatorias que nacen y surgen ante la presencia de situaciones que exigen soluciones para la comunidad, no le ha permitido a nuestra región actuar como se debe, ni superar los vacíos existentes en muchas actividades y campos.
Lo que acontece con el agua y los demás servicios básicos, así como en lo correspondiente al mejoramiento infraestructural [i], la investigación, la innovación y la capacitación en general y el irrumpir de una mayor y mejor orientación en el manejo de los destinos públicos, junto a un más seguro y amplio irrumpir de la asociación privada, para que haya una más destacada presencia y vivencia de la noción regional ante el concierto nacional, exige la adopción de cambios y nuevas conductas y estrategias, mediante la renovación de cuadros y directivos en el manejo de lo que debe ser “nuestra política y la que debe otorgarle fundamento al futuro, de esta esquina de la República”.
Lo destacamos, porque casi nada estamos haciendo con Venezuela, para sustentar y estructurar una política de fronteras y muy poco con el compromiso ante el Bloque NorOriental de Colombia, por posturas y desatenciones de celos y rencores que podrían ser variados y estructurados mediante diálogos, encuentros y aportes que modifiquen y hagan girar las posibilidades hacia actitudes y realidades más generadoras de situaciones positivas y canalizadoras de desarrollos, como lo hacen Antioquia, Valle del Cauca, Costa Atlántica y gran parte del interior nacional.
2.- Y, porque nos ha hecho falta dirigencia, acercamientos, cohesión y una más clara y manifiesta distinción sobre lo que es exigente y requiere tan importante región, en prioridades y gestiones por activar. También, fallamos en el acercamiento con los municipios fronterizos venezolanos, como lo constatan los alejamientos y las ausencias en muchos pasos y actitudes presenciales con Pamplona, Ocaña y la Provincia en general, entre las que destaca El Catatumbo, para solo aludir a lo más nuestro creándose con este actuar una real separación de empeños y posibilidades.
Cúcuta es un verdadero fortín para canalizar acciones y propósitos, pero le falta encarar con dedicación y tino las ansias de progreso y crear y fortalecer, tanto las mesas de trabajo y análisis, como los sectores y grupos, que deben adelantar las estrategias para que los planes y los prospectos reciban apoyo y puedan definirse y cumplirse. Eso, de creer o de seguir alimentando a los mismos con las mismas, es igual a lo que sucede y acontece en la política y la representatividad partidarista, en la que no hay cambios, ni se les da la oportunidad a otros por concepciones sin bases o fundamentos reales, distintos al egoísmo o al negativo imperio de las “ roscas “ tradicionales.
3.- Sí, uno de los pasos que pueden modificarse hacia el desarrollo y el progreso regional, indiscutiblemente, debe ser el examinar nuestro real, verdadero y práctico transitar por los caminos que conducen al avance y a la superación de dificultades, para no proseguir la observación de hechos y situaciones en otras áreas, mientras aquí reconocemos el declinar de nuestros índices y promedios, porque el accionar está acondicionado por la pereza o el imperio de quienes se tomaron los mandos de poder, pero que no actúan como debiera ser. Ni abren las puertas, porque todo – hasta en conceptos y opiniones – pareciera tener jefe o dueño que limita o recorta, porque solo él o ellos, saben obrar.
JOSÉ NEIRA REY