CÚCUTA.- Dos hombres. Rubén Zamora y Paulino Coronado. Los dos están ahora sentados a la mesa, como viejos amigos, para conversar de paz y de guerra, de historia y de presente, de ciudad y de campo, de Cucutaneidad y de futuro.
Dos pasados. Uno guerrillero y otro militar. Combatientes, ambos se enfrentaron en el monte y se consideraron enemigos, porque tenían misiones distintas y visiones distantes. A pesar de ser adversarios, confesaron que se comunicaban con cierta asiduidad para hablar de proyectos que redundaran en el cese el fuego.
Dos anhelos. Uno llegar al poder por las armas y otro defender el poder con las armas. Las Farc, desde la conformación, buscó llegar a lo más alto que se puede ascender en política y desde las montañas trazó el camino que nunca condujo a la meta. El Ejército, conduce operaciones militares orientadas a defender la soberanía, la independencia, la integridad territorial y proteger a la población.
Dos caminos cruzados. Uno, inmerso en la ilegalidad, fiel a sus creencias revolucionarias y en busca de la solución a los problemas sociales que afronta el país como consecuencia de las injusticias provocadas por la iniquidad en el reparto de las riquezas nacionales. Otro, amparado en la Constitución y las leyes. El Ejército es la fuerza militar terrestre legítima. Su misión principal consiste en la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y el orden constitucional (Wikipedia).
Dos corrientes políticas. Uno, de izquierda, con instrucciones aprendidas de pensadores extranjeros y basadas en experiencias lejanas. Otro, de derecha, con la visión puesta en la capacidad de conducir operaciones autónomas, conjuntas, coordinadas y combinadas, de manera simultánea en los teatros de operaciones externo o interno.
Dos grados. Uno, comandante del Frente 33 de las Farc, obtenido de manos de los líderes del movimiento guerrillero para que cuidara una parte del territorio nacional. Otro, general del Ejército, obtenido tras el estudio y el ascenso programado en la institución uniformada.
Dos uniformes. Ambos camuflados. Hoy, transformados en camisetas blancas con el lema ‘Gracias Cúcuta’.
Dos historias. Cada uno la cuenta según le haya ido en la guerra y de acuerdo con el grado de sufrimiento soportado por la confrontación militar.