Entre somnoliento y parcialmente despierto, el presidente de la república Gustavo Petro, informó a los asistentes del consejo de ministros de esta semana no haber asistido a una reunión previamente programada con los directivos del sindicato de Ecopetrol (USO), porque se había quedado dormido. A primera vista es una excusa muy peregrina, mucho más si se trata del mandatario de un país con vocación de madrugadores. No en vano los estudiantes empiezan clases cada día a las 6:00 de la mañana y en general nos levantamos temprano para iniciar las labores.
Esa somnolencia debe haber sido la misma razón por la cual ha quedado mal en muchas citas por inasistencia o haber llegado tarde. Petro normaliza con esto que el sueño del Presidente hace parte de la agenda privada y lo salva de cumplir con quienes debía reunirse de acuerdo con la agenda pública.
En otras ocasiones, el sueño debe haber tenido otros ingredientes para propiciar el escape de sus más cercanos colaboradores y desaparecer del foco de los medios de comunicación, acomodándose en sitios donde no pudiera ser captado, como ocurrió en París, Panamá y Manta. Nunca se ha sabido con certeza a qué se dedica mientras se esconde, porque sus coartadas son muy poco creíbles.
Cuando todavía estamos esperando que desapareciera ese letargo, nos enteramos que uno de los protagonistas del escándalo de corrupción ocurrido en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), Carlos Ramón González, personaje cercano al Presidente, no desde ahora, sino desde épocas pretéritas, escapó a Nicaragua para evadir su responsabilidad en ese grave caso por mal uso de dineros públicos destinados al pago de coimas con el claro objetivo de movilizar votos en el Congreso que aseguraran la aprobación de las reformas propuestas por el ejecutivo.
Todo eso ha ocurrido, contando con el oportuno auxilio del embajador nuestro en ese país. Después nos vinieron con el cuento que había sido solicitado en extradición, si se sabía de la petición de asilo rápidamente otorgado en el país centroamericano y entonces era muy remota la posibilidad de devolver a Colombia al prófugo, si contaba con el beneplácito del dictador nicaragüense.
Mientras tanto, siguen inventándose versiones, una tras otra, y cada vez más confusas con relación a los verdaderos determinadores del asesinato del senador Miguel Uribe Turbay. A ese caso podemos ir echándole tierrita, porque no pasará de la condena para quién apretó el gatillo y sus cómplices cercanos, pero nunca para quienes ordenaron el magnicidio.
Así vamos. Pero, sí sería oportuno que alguien cercano al Presidente lo despierte y le diga que en Cali pusieron una bomba que mató a inocentes y en Amalfi (Antioquia), fue derribado un helicóptero de la Policía y murieron trece uniformados en cumplimiento de su misión. Esos son acontecimientos de mayor gravedad sobre los que se debe investigar. La importancia va más allá que estar preguntando por qué Epa Colombia sigue presa.
Si por casualidad el mandatario llegara al estado de vigilia, debería ponerse a trabajar en las promesas de campaña que están muy lejanas de cumplirse. El tiempo se le agota.
J.O. Pabón
@paboncito