CÚCUTA.- El refranero dice que ‘al mejor peluquero se le queda un pelo’. Fabio Parada, ‘sin pelos en la lengua’, respondió que ese comentario ‘le viene al pelo’, porque en ocasiones se le han pasado uno que otro. Ante la reacción de los clientes dice que por esa situación ‘no hay que tirarse de los pelos’ o sería un profesional ‘de medio pelo’. La verdad es que por la experiencia nada le ‘pone los pelos de punta’.
Comenzó a trabajar a los 16 años y está a punto de completar medio siglo en este oficio. Un hermano lo metió en este mundo de ‘pelos y señales’ y nadie lo sacó. Aquí se ha ganado el sustento de la familia y ha levantado a los hijos como ciudadanos de bien. Ninguno tiene ‘un pelo de tonto’.
El primer local lo abrió en la calle 12 entre avenidas 8 y 9. Después, ha estado en otras cinco direcciones. Los clientes lo buscan, identifican el aviso Peluquería Andaluz, entran y aguardan pacientes el turno. La jornada de este hombre sencillo, callado y atento comienza a las 8:00 de la mañana, de lunes a domingo y se alarga hasta las 7:00 de la noche. En esas 11 horas bien puede cortar el cabello de 20 a 25 hombres.
A ese ajetreo cotidiano le cae bien la frase de ‘La vida es demasiado corta como para tener un pelo de aburrida’, por eso la disfruta. La amabilidad es característica en Fabio. Si no le ponen tema para hablar mientras trabaja, no se queda callado y propone un asunto para entretener a los presentes. Política, deportes y actualidad están en la libreta de apuntes.
Conversan, no discuten, acerca de la realidad nacional o local, del presidente o del alcalde, del gobernador o del dirigente de turno, del crimen del día o de la novela de la noche. Del bolívar hace rato no hablan, pero sí lo hacen del Cúcuta Deportivo y de la selección Colombia.
- Los clientes son bien. Por medio de los clientes me he sostenido durante este tiempo y he salido adelante con la familia.
La clientela fiel está envejeciendo. Los asiduos parroquianos que llegan a la peluquería pasan de los 50 años y van hasta los 90. Los jóvenes prefieren los negocios nuevos, esos que tienen letrero en inglés, aunque en experiencia ‘les falta pelo para el moño’. Lo bueno es que Fabio se actualiza, mira en internet y revistas cómo avanzan los cortes y los practica. Lo malo es que a ninguno de sus usuarios les gustan o les quedarían bien las trenzas.
En el 2023, estuvieron de moda los cortes texturizados, Pompadour, mullet, Taper Fade, French crop o con flequillo. Quizás, los clientes de Parada nunca se mirarán al espejo para ver si les lucen o no esos estilos, así en el salón Andalucía traten de no quedarse atrás.
Entre la peluquería y el salón de belleza hay poca diferencia. En los dos atienden a mujeres y hombres. Y entre la peluquería y los negocios nuevos, tampoco se siente la diferencia.
- Lo que sucede es que ellos hacen figuras y cortes que salen, porque están más metidos en lo nuevo y por las modas que llegan de afuera.
Las enseñanzas que le dio el hermano para convencerlo de que el oficio era bueno, ahora se aprenden en academias e institutos de enseñanza no formal. Al final la esencia es la misma, porque los cortes no cambian, se mantienen el clásico, el de cabello largo, el rapado o los que imponen deportistas y artistas.
La experiencia le permite manejar a los clientes, así sean ‘de pelo en pecho’. Les conoce los gustos y qué les disgusta para no hacerlo. No se molestan ni cuando suben los precios. Al principio, por allá a mediados de los 70 del siglo XX, cobraba $ 7,0. Hoy, 24 años después de comenzado el siglo XXI, la tarifa está en $ 10.000.
- Uno está enchufado en lo que hace. Uno sabe que vive con el trabajo y vive contento. Lo de la casa se queda aparte y en el trabajo tiene que estar sin reflejar nada.
A pesar de que un compañero peluquero le sugirió el nombre Andaluz, porque era aficionado a los toros, nunca le ha cortado una oreja al cliente. Los reclamos son pocos. Pero sí se le han ido millones de pelos sin cortar, hecho que toma como una falla normal o gaje del oficio.
Utiliza a la par con la tijera y la máquina. Son herramientas que complementan el trabajo. En ocasiones le piden el uso de uno solo de los equipos y lo hace con igual maestría. En todo caso, emplea 15 minutos para dejarle ‘al pelo’ la cabeza al cliente.
- Ha valido la pena. Cuando empecé, empecé de la nada y me he sostenido. La profesión me tiene cariño, porque mire, los clientes me llegan.
¿Es más fácil trabajar con hombres o con mujeres?
- No, no es que sea difícil. Los peluqueros antiguos se han muerto y los nuevos se van a trabajar a las barberías.
¿Morirán las peluquerías por la aparición de las barberías?
- No morirán, seguirán adelante. Vendrán modas y otros cortes, pero las peluquerías no morirán, porque ‘hay mucho pelo de dónde cortar’.
POSDATA:
Esta entrevista no fue una ‘tomadura de pelo’.
RAFAEL ANTONIO PABÓN