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¿Qué pasó Presidente?

Causó impacto en la opinión la fuerza y la magnitud del paro nacional agrario que desde hace un tiempo se veía venir, pero que inexplicablemente las autoridades colombianas, encargadas de regularlo, lo descuidaron en tal forma que el primer sorprendido cuando vio la fuerza que traía fue el presidente Juan Manuel Santos.

Cuesta trabajo comprender cómo un hombre de la experiencia y el conocimiento del presidente Santos no se da cuenta del inmenso tsunami que se estaba formando en la profundidad del alma de los campesinos y no da a tiempo la orden perentoria a los ministros, que son sus asesores más cercanos, de ponerse en contacto inmediato con los líderes del movimiento para detectar los móviles internos y corregir a tiempo la magnitud de la protesta.

En el ambiente popular se materializó el concepto que todo esto estaba ocurriendo porque la clase dirigente colombiana no conoce el campo, ni sus fuerzas, ni su importancia, porque al decir del chiste popular el único campo que conoce es ‘el campo de golf’.

Desde que se aprobó el controvertido Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, las contradicciones que se generaron al calor de los debates fueron muchas. Las diversas fuerzas que componen la esencia de la sociedad colombiana, como las asociaciones campesinas, la acción comunal, las organizaciones sindicales, las ONG de derechos humanos y convivencia, y la Iglesia Católica expresaron a fondo sus reservas sobre el mismo y llamaron al gobierno de Álvaro Uribe Vélez a abstenerse frente a su aprobación, pues entendían que el Tratado arrasaría con la débil economía campesina.

Nosotros, el Programa de Paz de la Universidad Pedagógica Nacional, cuando fuimos invitados al Congreso de la República para aportar elementos que ayudaran a la clarificación del mismo, fuimos claros y pedimos, en nombre de la universidad colombiana, mesura en el entusiasmo que acompañaba a los estimuladores del Tratado y les recordamos que, a pesar de muchas diferencias, el fuerte de la economía colombiana era y seguía siendo la economía agraria y que lanzarla, irresponsablemente, a competir de tú a tú con la economía del país más poderoso de la tierra solo conseguiría llevarnos a un desastre, que fue lo que la sociedad colombiana vivió la semana pasada.

No se necesitaban muchos elementos para entender esta verdad de a puño. Ponernos en esa desigual competencia era igual de dramática a lo que enseña el refranero popular. Que era como “pelea de toche con guayaba madura” o “de tigre suelto con burro amarrado”. Por eso en este tiempo trascurrido desde la firma lo que hemos visto es, a lo largo y ancho del país, la tragedia de la familia campesina que llegó un momento en que no aguantó más y explotó de esta manera tan dramática diciéndoles a los dirigentes de turno, “o piensan en nuestras dificultades y tragedias o no somos responsables de lo que pueda ocurrir en el futuro”.

¿Qué pasó con el presidente Santos en esos días anteriores a la orden del paro agrario nacional? ¿No estaba informado o fue mal informado por sus ministros? De ser esto así el Presidente deberá pensar seriamente en llevar a cabo la urgente “crisis de gabinete” o “relevo de ministros”, como lo están exigiendo sectores políticos colombianos y estudiosos de nuestra economía.

¿Sabía el presidente Santos de lo que se estaba cuajando en el campo colombiano y subestimó su fuerza y repercusiones, cuando en una controvertida declaración a los medios se atrevió a insinuar que el tal paro agrario no existía? De ser así, deben el Presidente y su equipo hablar y analizar más frecuentemente el tema de la situación agraria con dirigentes sociales y políticos que conocen de verdad la angustiosa situación económica que se vive en el campo.

De todas maneras el país sigue en franco estado de emergencia. El Presidente, como buen jugador que dicen que es, debe actuar pronto y a profundidad, produciendo hechos que corrijan la desastrosa política agraria que hasta ahora lo único que ha servido es para llenar de pobreza el campo y despertar la fuerza  incontenible que llevan los campesinos por dentro.

Qué vacío tan grande han dejado los partidos políticos tradicionales, el Liberal y el Conservador, que no respondieron, como lo esperaban sus masas inconformes, a este clamor nacional. De seguro, estamos viviendo un país en grandes trasformaciones y sólo el despertar social nos informará de cuáles serán las próximas y esperanzadoras orientaciones.

Por favor, Presidente, no pierda la comunicación que todo presidente debe mantener con su pueblo.

ALONSO OJEDA AWAD

alonsoojedaawad1@gmail.com

Exembajador de Colombia

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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