CÚCUTA.- Un día, en una cabaña, alguien le ofreció un café a Belki Arizala, lo recibió y amaneció sin la frondosa cabellera. “Esa es la historia de por qué no tengo cabello”. El relato lo hizo la modelo en el conversatorio Un ejemplo de vida, organizado por la fundación El Cinco a las Cinco, y en el que alternó experiencias con el ex general Paulino Coronado y el joven de origen israelí Mohamed Dayan.
De esta anécdota han pasado 20años. Hoy, Belki quiere verles la cara a los compañeros autores de la broma para decirles que es embajadora de buena voluntad para Unicef y embajadora de buena voluntad para la Unión Europea en Colombia. “A mí nadie me quita lo bailado. Me quitaron el pelo, pero la capacidad de liderazgo jamás”.
Recordó que, dos décadas atrás, le cortaron la mitad de la melena afro que lucía. “Ellos querían ver la broma”. A día siguiente la despertó Juan Becerra, profesor de danzas de la Universidad Francisco de Paula Santander. Ambos quedaron aterrados por lo sucedido.
Belki ahora reflexiona sobre qué hubiera sucedido “si me despierto en la mitad de la trasquilada. Seguro no estuviera aquí, porque me enseñaron a defenderme con puños. Les salió barata la peluquiada a los chinos”. Otra opción que contempló es si la hubieran pasado de droga qué hubiera ocurrido.
Al subirse al bus para volver a Cúcuta se paró frente a los compañeros y pregunto, por primera vez, “¿Quién me hizo esto?” A cambio de una respuesta los universitarios se burlaron de la ofendida.
Al llegar a casa debía enfrentar a los padres. Comenzó el interrogatorio paterno. ¿Qué pasó? ¿Qué le pasó en el pelo? Luego de regaños y maldiciones caseras decidieron llevarla al médico para comprobar si me habían pasado algo peor. La presentaron con alguien que lee las cartas. “Me dice, la querían matar, porque usted es antipática, tiene que envolverse en sábanas blancas esta noche para que vaya un espíritu y la salve”.
Después, se preparó para regresar a la universidad. Aprovechó la reunión en el auditorio y se presentó. Por segunda ocasión preguntó “¿quién me hizo esto?” La burla se sintió de nuevo. Tomó aire y dijo con fuerza “mi mamá les manda a decir ‘los perdono’. Muchas gracias, que les vaya bien”.
Ese acto de raparle parte de la cabeza no le quitó la vida. Por el contrario, la ha hecho reflexionar y esta agradecida, porque otro mundo se abrió a sus pies. “Llegué a mi casa después de ese discurso corto, conciso, con la palabra perdón. ¿Usted ya perdonó a quién le hizo daño?”.