No pensé jamás que llegada la hora de la paz surgieran tantos y tan agresivos enemigos. Parecía que iba a ser fácil voltear la hoja de la historia, abrir una nueva en la que los combatientes de ambos ejércitos se dieran la mano y comenzaran la construcción pronta de un nuevo país, donde las oportunidades para desarrollar nuevos proyectos de vida estuviesen al orden del día y todas las fuerzas políticas, sin excepción,comenzaran a planear y proyectar esa nueva sociedad floreciente en beneficio de todas y de todos los colombianos.
En la realidad no ha sido así. Los terratenientes siempre han estado temerosos de que fuerzas de la burguesía se la jugaran un día al lado de los sectores obreros y campesinos empobrecidos, por lo que han decidido atravesarse como una mula muerta en el camino y tratar con todos sus aparatos políticos e ideológicos de impedir en su momento el avance de los diálogos y ahora la consolidación de la Paz.
Álvaro Uribe, líder carismático, nacido en sus propias entrañas de clase, no ha dudado un minuto en convertirse en fiel exponente de la oligarquía terrateniente, impidiendo a todo trance la paz y la construcción del nuevo y moderno país que surgirá después de la implementación de los acuerdos.
El resultado está a la vista. Desde los tiempos del plebiscito le advirtieron al presidente Santos y a la nación colombiana que no ahorrarán esfuerzos, ni mentiras necesarias, para “dinamitar” los buenos avances de los diálogos de paz y sin consideración han repetido y confirmado que si ganan las elecciones presidenciales el próximo año “volverán trizas los acuerdos de paz”.
Frente a esta agresiva postura, los amigos de la paz debemos saber que estos escalofriantes personajes no dudarán un segundo en darles rienda suelta a sus apetitos guerreristas y violentos. Comprometernos con la paz es el deber moral que nos debe concitar en la construcción oportuna de una amplia coalición de fuerzas políticas y sectores sociales que defiendan los diseños de armonía social construidos en los acuerdos de La Habana, y de la escogencia de un grupo selecto de colombianos, cuyas cualidades éticas y morales sean garantía para la conducción suprema del Estado colombiano, líderes cuyos esfuerzos fundamentales se hayan orientado a buscar, trabajar y consolidar la paz nacional, sea la cantera de donde salgan los candidatos que jueguen en la contienda electoral por la Presidencia de la República.
Los enemigos de la paz y la reconciliación nacional pretenderán ganar en la primera vuelta y para ese objetivo no van a ahorrar esfuerzos humanos, económicos, materiales, ideológicos y de ninguna naturaleza. La sociedad conoce de su perversión, de sus falacias. Estamos advertidos. Por tal motivo, el desafío será enfrentarlos con toda nuestra fuerza y esperanza en la primera vuelta.
Hay un excelente listado de hombres y mujeres preparados para asumir esta compleja responsabilidad. El Partido Liberal, que comandó las fuerzas renovadoras a comienzos del Siglo XX y se puso al frente de la dirección de la Guerra de los Mil Días y firmó los pactos de paz que pusieron fin a esa confrontación fratricida y sangrienta, hoy está al frente de la esperanza para sacar adelante los compromisos de la paz.
En este sentido presenta a dos de sus más connotados y comprometidos dirigentes, Humberto De la Calle, cuya hoja de vida es realmente brillante y su clara inteligencia ayudó a concretar en el pasado inmediato ese logro supremo en la vida democrática colombiana, la Constitución de 1991, y Juan Fernando Cristo, quien acaba de terminar su periodo como ministro del Interior y tiene como su mayor palmarés haber logrado en el Congreso de la República el compromiso de apoyar el proceso de paz.
Otros partidos y organizaciones sociales presentarán los nombres de quienes consideren capacitados para conducir a Colombia hasta los espacios definitivos de la paz y la justicia social. Sabemos que dirigentes políticos y sociales de amplio reconocimiento nacional están orientando esfuerzos para articularse a las filas combativas de esta histórica coalición. Pero lo que sí debe quedar claro es que de esta amplia coalición de fuerzas multipolíticas, multiétnicas y multiideológicas saldrá en proceso unitario el próximo presidente de Colombia.
ALONSO OJEDA AWAD
Vicepresidente del Comité Permanente de Defensa de los Derechos Humanos.
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